La policía ha logrado esta noche la detención del presunto autor de un nuevo intento de robo en el IES Juan de Aréjula, uno de los más castigados por esta plaga de asaltos a centros educativos de nuestra ciudad que se inició en febrero y que ya computa casi la treintena de golpes.
Según ha indicado a LucenaHoy la directora del centro, Amparo Tirado, en torno a las 23:25 horas, las cámaras de seguridad del centro detectaron la entrada de al menos una persona por la valla de la calle Montemayor, que posteriormente penetró en una de las aulas del instituto a través de una ventana. La alarma puso en fuga al intruso tan solo unos 40 segundos después, aunque esta vez pudo ser detenido y será puesto próximamente a disposición judicial.
Tirado ha indicado a este periódico que este es el tercer asalto que sufre el instituto desde que se inició la actual secuencia de robos y el cuarto desde el verano. Del centro se han llevado ya siete ordenadores portátiles, y varios ordenadores de sobremesa y monitores, que ahora intentará que sean repuestos por la administración educativa. En este instituo durante las últimas semanas se implementado nuevas medidas de seguridad, incrementando el número de detectores de alarma o mejorando los cerramientos de las ventanas exteriores.
El Juan de Aréjula no ha sido el único intento de robo registrado esta madrugada. Otro golpe se producía a escasos metros de este centro, en el IES Miguel de Cervantes, aunque se desconoce por el momento si ambos hechos están relacionados o han sido protagonizados por el ahora detenido. En este caso, los vecinos dieron a la policía información sobre la presencia de algunas personas en el interior del centro, aunque fuentes del mismo han señalado que los intrusos no llegaron a penetrar en ningún edificio.
Hablar de robos en colegios se ha convertido en el pan nuestro de cada día. La situación tiene como presuntos protagonistas a no más de tres o cuatro delincuentes habituales, sobradamente conocidos de las fuerzas de seguridad, que pese a haber sido detenidos en reiteradas ocasiones se ven protegidos por unas leyes que permiten que horas después de su detención vuelvan a la calle para cometer nuevos robos en colegios, edificios municipales, coches estacionados en la vía pública o domicilios privados.
Por el momento parece que las medidas adoptadas tras la última Junta Local de Seguridad han logrado –al menos– minorar la cadencia de estos robos en centros de enseñanza, que, más alla del valor de lo sustraido, provocan importantes daños materiales y, aún peor, una creciente sensación de inseguridad entre el personal docente y el común de los ciudadanos.
Y es que, digan lo que digan las estadísticas y las declaraciones oficiales, si sumamos a los ataques a colegios los cometidos en chalets, comercios o los pisos ocupados en distintas zonas de la ciudad, cualquier lucentino diría hoy que Lucena no es una ciudad segura.