Sr. Alcalde, señores y señoras concejales. Empiezo esta carta con una pregunta a sus señorías: ¿No les parece que, dada la situación social y económica del municipio, existen problemas más acuciantes que el levantar un monumento al santero?
Según los datos que he podido recopilar, en nuestra ciudad, a fecha de mayo del presente año, se contaba con una tasa de paro del 25,29 %, es decir, unos 5.066 parados y paradas, (sin contar los no registrados en el Servicio Andaluz de Empleo), de una población de 42.697 habitantes, y de los cuales muchos representan a familias sin ingresos algunos, que dependen totalmente de ayudas, o a familias con muy bajos ingresos que se encuentran en grave riesgo de pobreza.
Los hijos de muchas de estas familias pasaran el verano en graves dificultades alimentarias, al haber acabado el curso y con él, el servicio de los comedores escolares, que en muchos casos eran la única posibilidad real de una alimentación sana y equilibrada de estos niños y niñas, con lo que se agravarán aún más los problemas de dichas familias al tener que hacer frente a un gasto extra.
Dicho esto, es una frivolidad y una irresponsabilidad política, así como un derroche innecesario de fondos públicos, el aporte de 17.000 € por parte del consistorio a un monumento claramente innecesario en estos momentos, dada la situación de crisis económica por la que pasan muchas familias de la localidad. No hace falta más que salir a las calles de nuestra ciudad para ver la situación de las clases trabajadoras, cada vez más hundidas económicamente, para corroborar lo anteriormente expuesto y conocer las necesidades de la clase obrera, entre las que, claramente, no se encuentra la creación de dicho monumento.
Por otro lado, al encontrarnos en un país aconfesional, el gobierno, ya sea central, autonómico, o local, no debería malgastar fondos públicos en la financiación de expresiones religiosas de ningún credo, no obstante y al tratarse de un rasgo cultural de la localidad, si se desea dicho monumento, para eso existe la agrupación de cofradías, las cuales, pueden sufragarlo con sus propios fondos.
Por último, señalar que esos fondos deberían invertirse en políticas sociales, creación de empleo y ayudas a familias sin recursos, creando, por ejemplo, comedores municipales para las mismas. Es decir, en proyectos que realmente repercutan en la mejoría de la mayoría de la población.
Fernando Beloqui