"En Lucena hay más fosas y vamos a pedir que se siga buscando a nuestros familiares asesinados". Así lo explicaba hoy Susana Quintero. Su abuelo es uno de los 125 represaliados por el régimen golpista de Franco en Lucena de los que nada se sabe desde el día de su desaparición en alguna de las sacas que siguieron al estallido del golpe militar en nuestra ciudad.
En Lucena la sublevación militar del 18 de julio de 1936 triunfó ese mismo día, dando paso a la represión. Las víctimas fueron asesinadas y enterradas en fosas comunes en el campo, en Córdoba o en los cementerios de Lucena y de las aldeas de Jauja y Las Navas del Selpillar, sin inscribirse en los libros oficiales de enterramientos. Son, por tanto, desaparecidos, pues en muchas ocasiones no sabemos sus nombres, su paradero ni ha aparecido su cadáver, según señala el historiador Arcángel Bedmar en un informe.
"Fueron a su casa y se lo llevaron. Nadie sabía porqué. No hizo mal a nadie. Simplemente tenía sus ideas políticas como hoy podemos tenerlas cualquiera de nosotros. Mi abuela fue durante unos días a llevarle la comida al calabozo y un día le dijeron: 'ya no vengas más'. Nunca volvimos a verlo", aseguraba hoy Susana. Luego largos años de desconsuelo, de añoranza y dolor, de vivir señalados por el régimen. "Quiero ser egoísta y que uno de esos cinco hombres sea mi abuelo, sobre todo por mi madre y por mis tíos. Esto ha sido y es una espina clavada en sus corazones. Lo viven y lo lloran aún hoy", asevera.
Por todo ello, y porque hay más, muchos más casos como el suyo, Susana Quintero aseguraba hoy que no va a esperar los resultados de la identificación y va a solicitar a la Dirección General de Memoria Histórica "que siga la búsqueda en Lucena".
Manolo Burguillos también perdió a su abuelo y junto a Susana Quintero, fue impulsor de que se excavara en el cementerio de Lucena. "Hablamos con Arcángel Bédmar para que elaborara un informe y pusimos en marcha todo esto. El tiempo perdido no se va a recuperar pero al menos podemos saber dónde están", señalaba hoy Manolo, que se reiteraba en los dicho por su compañera: "Sabemos que hay más fosas, fuera del cementerio, pero muy próximas a Lucena y vamos a pedir que no se quede aquí la cosa". Manuel Burguillos dice que "no hay derecho a que haya tantas víctimas sin localizar y queremos recuperarlos".
Para Pilar Cruz el de hoy ha sido un día duro pero ilusionante. "No perdemos la esperanza de encontrarla. Yo estoy ya muy mayor y me gustaría dejármela enterrada, ya que no la he tenido en vida. Me dejó con 5 años, ella tenía 42. No era militante de nada. Pidió su día de descanso en el trabajo, se la llevaron y ya no la vimos más", comenta esta lucentina, que asegura: "aunque me han dicho que todos eran hombres no he pegado un ojo esta noche, pensando en el día de hoy y en si la encontraría. Yo pido que se siga buscando y que todos podamos encontrar a nuestros muertos".
Según Arcángel Bedmar las cifras de la represión franquista en Lucena revelan un mínimo de 125 fusilados (93 de Lucena, 21 de la aldea de Jauja y 11 de la aldea de Las Navas del Selpillar), a los que hay que añadir al menos ocho personas que murieron en las cárceles en guerra y en la posguerra. 32 de ellos cayeron fusilados en el cementerio, 14 en Córdoba, 6 en la Alameda de Cuevas y una en el cementerio de Badolatosa, el de Cabra, la cuesta del Espino, la carretera de Rute, la carretera Córdoba-Málaga, la de Los Llanos de Don Juan y Málaga. De los otros 34 no se sabe dónde encontraron la muerte a mano de sus verdugos.