Dos familias lucentinas, incluidos algunos niños, y algunos trabajadores, doce lucentinos, están viviendo en primera persona el drama que deja tras de sí la DANA que ha asolado Valencia. En el epicentro mismo de la zona arrasada por el agua y el barro, en el municipio de Paiporta, se encuentran desde la semana pasada doce lucentinos, estos empresarios que tenían instaladas sus atracciones en la feria de la localidad, que debía acabar este fin de semana.
Sus negocios y una buena parte de sus vidas se encuentran desde la noche del pasado martes bajo el barro. Hablamos con José Pérez, uno de los afectados, que nos cuenta que llegaron a Paiporta para instalar sus atracciones, un "Barco Pirata" y un "Space Roller", estrenado recientemente, como vienen haciendo desde hace tres años, antes de pasar a buscar el invierno en Ibiza.
En la noche del martes, debido a la lluvia de toda la jornada, solo su hermano y dos de sus trabajadores se encontraban en el recinto junto a otros feriantes, cuando la Rambla del Poyo, que atraviesa el casco urbano de Paiporta, comenzó a desbordarse. Ante la fuerza del agua, que llegó a subir más de dos metros y medio de altura, a duras penas lograron encontrar refugio en un colegio cercano. "El portero les abrió las puertas para que pudieran entrar y subir a la segunda planta del colegio. La familia les dio mantas y les invitó a coger lo que necesitaran de la cafetería y allí pasaron las horas viendo como el agua lo destruía todo, hasta que a las seis de la mañana, cuando bajó un poco el nivel, pudieron salir", relata José Pérez. Lo que encontraron al volver al recinto fue el caos. Vehículos vivienda y remolques arrastrados por la fuerza del agua y camiones y las atracciones más pesadas que no pudo llevarse la riada, hundidas literalmente en el barro.
El resto de la familia tuvo más suerte, ya que habían decidido no instalar sus vehículos vivienda en el recinto ferial, sino en una parcela a la que no llegó la destrucción de la riada, en el municipio vecino de Torrent, situado a unos dos kilómetros y medio del recinto. "Si hubiésemos estado allí, no sé qué habría sido de nosotros. En una situación así, al ver el agua a tu alrededor, lo primero que piensas es en meterte en la vivienda, es mejor no pensarlo", señala José Pérez.
Según este lucentino "la situación es desoladora, la destrucción en el pueblo de Paiporta es total, no hay agua, los supermercados han sido arrasados y saqueado lo que ha quedado, es difícil conseguir comida y hay colas de dos kilómetros para recibir un poco de ayuda. Hasta ahora hemos ido tirando con lo que traíamos, pero ya no tenemos agua ni pan y se está agotando la leche y algunos alimentos básicos, y aquí no ha venido nadie, ni el ayuntamiento, ni la policía, a prestarnos ninguna ayuda o preguntarnos por nuestras necesidades".
Por otra parte, tampoco es factible marcharse. "Lo que hay bajo el barro es nuestro modo de vida, son nuestros negocios, nuestro trabajo, no podemos abandonarlos", apunta Pérez, que señala que han pedido ayuda –"alguna pala para ayudarnos a sacar las cosas del recinto antes de que el barro se endurezca"– pero la respuesta siempre es que todos los medios mecánicos disponibles son necesarios en las calles de Paiporta, donde se siguen retirando vehículos amontonados en las calles y bombeando agua de garajes, locales comerciales y viviendas.
Es la lamentable situación de estos doce lucentinos, una cara más de la tragedia en Paiporta, cuya alcaldesa, María Isabel Albalat, describía esta mañana la situación como "apocalíptica", indicando que pese a estar recibiendo mucha ayuda, "no llega por el bloqueo de las calles". Desde la "zona cero" del terrible drama que asola a la Comunidad Valenciana, estas familias de feriantes lucentinos reclaman atención y ayuda para poder sacar sus negocios del barro y proseguir ruta, como han hecho siempre, con sus viviendas y sus atracciones a cuestas, recorriendo los pueblos de España.