Desde Aristóteles, pasando por Maquiavelo, Bismark o Churchill, se ha dicho que la política es el arte de lo posible y, efectivamente, cuando nos encontramos ante alguien que entiende y ejerce la política en pos del bien común así es.
No es necesario ser un gran estadista para practicar dicho arte, basta con tener claro el objetivo para el cual se ejerce la función pública para la que se ha sido elegido, tal y como lo hacen a diario miles de alcaldes que, por su cercanía al ciudadano, son los que más se deben a ello.
No es asunto baladí gobernar, año tras año, un municipio importante, tal como Lucena, estando en minoría y sacando adelante todas aquellas iniciativas que redundan en el mejor servicio a los ciudadanos a los cuales que se debe.
Es evidente que cuando se dispone de la mayoría, aun sin ser fácil sacar adelante las iniciativas, es menos complicado. La cosa cambia cuando no disponiendo de esa mayoría es necesario ceder, en pos de consensuar, en todo aquello que al final redunde en beneficio del ciudadano que, no hay que olvidarlo, es el que al fin y a la postre paga por los servicios que se le prestan.
Justo por eso es necesario poner en valor la labor del equipo de gobierno de Lucena, con Juan Pérez a la cabeza que, sin tener mayoría, ha sido capaz, año tras año, de ir hilvanando acuerdos con los diferentes grupos de la oposición en aras a ofrecer el mejor servido a sus conciudadanos. El valor del consenso, y por ende de las personas capaces de articularlo desde la responsabilidad de la mayoría minoritaria, ha de ser valorado en sus justos términos a la hora de calibrar su labor de gobierno.
No parece, dada la fragmentación política actual, que, en lo sucesivo, se den mayorías absolutas que permitan la aplicación de un programa electoral en sus propios términos. Para dar el servicio que el ciudadano espera será necesario, si o si, llagar a acuerdos entre los diferentes grupos municipales que permitan llevar a buen término esos servicios.
Y es ahí, en esas circunstancias, cuando el valor de una persona sensata y dialogante, tal y como demuestra día a día Juan Pérez, es esencial para sacar adelante las iniciativas que los ciudadanos lucentinos demandan de su ayuntamiento.
Juan M. Roldán