Siento verdadera admiración hacia mis amigos y paisanos de la Plataforma "Lucena por sus necesidades sanitarias", por su lucha diaria durante 19 años. Esta semana, el delegado de Gobierno de la Junta de Andalucía, Adolfo Molina Rascón, ha comunicado a los lucentinos que no seguirá "dando patadas adelante" a lo que solo eran promesas en un papel, la verdad durante 48 años manipulada por los votos. A los he hechos me remito a continuación.
Desde 1967, cuando se inauguró en Cabra el ambulatorio, hasta la fecha de hoy, hemos sido los lucentinos alimento sanitario para un plan perfectamente concebido y llevado a la práctica hasta nuestros días. En 1975 el entonces alcalde de Cabra, Manuel López, fue citado en Madrid por José Solís para comunicarle su decisiónde crear el Cabra "una fábrica sin chimeneas". El alcalde y su acompañante abandonaron la reunión con el encargo de buscar los terrenos para la construcción del hospital.
Desde su inauguración hasta el dia de hoy hemos sido los lucentinos alimento sanitario necesario para esa "fábrica sin chimeneas". La consaguinidad y afinidad politica egabrense ha seguido fiel a este fin desde el principio planteado por José Solís para su causa.
Desde Madrid hasta la Junta de Andalucía, los tentáculos políticos egabrenses nos han enseñado a tener siempre montada de buena fe nuestra desconfianza hacia ellos. Hay ejemplos que nos lo demuestran a lo largo de los años. Recuerden el traslado del sector sanitario de Los Santos a Cabra sin previo aviso, la orden desde Madrid de la suspensión de las oficinas semiconstruidas de la Seguridad Social. Nuestra desconfianza nos lleva a pensar incluso en la subestación eléctrica que tanta falta hace a Lucena para su desarrollo. Jugamos en campo contrario.
Recordemos a nuestro alcalde Antonio Ruíz Canela, que tuvo que poner los puños sobre la mesa a la Junta de Andalucía para conseguir lo que consiguió la alcaldía de Cabra, años antes, sin moverse de la silla, un Pabellón de Deportes.
Son 48 años de una esperanza fallida. Un oftalmólogo egabrense diría: los lucentinos están ciegos y no tienen cura.
Antonio Muñoz Calzado
