Tras su reciente inauguración oficial, hace unos meses, la necrópolis judía de Lucena sigue mejorando sus instalaciones de cara al visitante y a la dignificación de los enterramientos existentes en este antiguo camposanto judío, en esa doble vertiente turístico-cultural y religiosa de la que se ha dotado a este espacio histórico.
Las últimas actuaciones, desarrolladas por el módulo de carpintería metálica de la Escuela Taller de Lucena, fueron presentadas en la tarde del pasado miércoles dentro de las Jornadas sobre el Mundo Funerario en Sefarad, y han consistido en la definición de las distintas tumbas existentes mediante un sistema de placas de acero corten, que permite visualizar de forma clara la distribución, tamaño y orientación de los enterramientos conservados.
La actuación se ha completado con la colocación de unas sencillas placas de aluminio en las que aparecen grabados el número de cada tumba de acuerdo con el orden en el que fueron excavadas y el símbolo de la Red de Juderías de España "Caminos de Pasión".
El concejal de Innovación, Manuel Lara, ha indicado a LucenaHoy que, pese a la falta de recursos económicos municipales, el objetivo de su delegación para el año 2014 será el de continuar actuando en la necrópolis, con la instalación de las pasarelas que recorrerán la zona de enterramientos, ya definidas en el proyecto inicial, y que constituyen el elemento más costoso del mismo, en cuya definición están trabajando ya los arquitectos Mario Cortés y Javie de Vera. "Será una pasarela de madera, totalmente accesible para personas con discapacidad, y soportada por una estructura metálica y será ejecutada dentro de los objetivos de la Escuela Taller", indicó Manuel Lara, que también ha anunciado la decoración de la valla perimetral con elementos de forja cercanos a la tradición judía que contribuyan a identificar el recinto y la colocación en el centro de la rotonda de una "menorah" de gran tamaño, a modo de monumento, que el ayuntamiento espera ejecutar con recursos externos, vía subvención o mecenazgo.
La Necrópolis Judía de Lucena es un espacio que combina el interés turístico y el respeto religioso y en la que se han invertido hasta ahora unos cien mil euros, la mayor parte a través de los Fondos Estatales de Inversión Local, que permitieron el vallado y adecuación del solar, y el resto, unos 30.000 euros, con distintas aportaciones del ayuntamiento y Diputación, para construir unas infraestructuras básicas que permiten la "interpretación" del recinto funerario y que precisará aún de una tercera fase, en la que deberá tratarse adecuadamente la zona de recepción y construirse la mencionada pasarela interior, para respetar el carácter sagrado de las tumbas y la circulación entre los túmulos, prohibida por la religión judía. La intervención realizada hasta el momento permite ver "in situ" reproducciones de las distintas tipologías de fosas, conocer, a través de una decena de paneles informativos toda la información sobre el camposanto, que puede verse desde un mirador, meditar ante un pequeño "muro de las lamentaciones" o lavarse las manos en una fuente de inspiración judía, tal y como hacían los antepasados hebraicos de la "Perla de Sefarad", ubicada en la zona de recepción.
Descubierta en 2006 durante la construcción de la Ronda Sur, esta necrópolis es el mayor camposanto judío medieval excavado hasta ahora en España, y ha suscitado interés en la comunidad hebrea internacional.
El arqueólogo municipal, Daniel Botella, considera este camposanto "un sitio histórico para la historia de Al Andalus". En él se ha descubierto una de las únicas cuatro lápidas judías que existen en la región, y 347 fosas, en las que se encontraron restos de 117 personas que permitieron realizar estudios antropológicos muy relevantes, permitiendo obtener un perfil de las enfermedades y el tipo de alimentación de la época, así como del ritual funerario, que consistía en enterrar al difunto en la fosa totalmente desnudo, tras afeitarle la cabeza y depilarlo, envuelto en un sudario, boca arriba, y orientado de oeste a este, con la cara mirando a Jerusalén.
Se trata de un cementerio construido en la época de mayor apogeo de la cultura hebraica en Lucena (siglos X y XI), cuando las comunidades de Granada y Córdoba cayeron, lo que provocó que muchos pensadores acudieran a la ciudad, por entonces una comunidad habitada únicamente por judíos, para crear una escuela talmúdica de gran prestigio, en la que se enseñaban disciplinas como astrología, matemáticas o lenguas como el árabe, el latín o el castellano, hasta la llegada de los musulmanes, sometiendo a la ciudad y provocando el éxodo de los eruditos de la escuela.
Una vez realizados estos trabajos, el Ayuntamiento firmó un convenio con la Federación Española de Comunidades Judías para que volvieran a dar sepultura a los restos, que se concretaba el 18 de diciembre de 2011 por parte de una representación de rabinos llegados desde Reino Unido, Francia, Alemania, Norte de África y España.