Como gran éxito podemos considerar la puesta en escena de la ópera Dido y Eneas de Henry Purcell en el Auditorio Municipal de Lucena el pasado sábado. El público, que llenaba el teatro, se entregó con entusiastas aplausos a la representación. Al final, puesto de pie, la ovación duró varios minutos. Es la tercera vez que la Asociación Cultural Coro de Conservatorio de Lucena repite en el mismo espacio dramático esta ópera. En esta ocasión dentro de las actividades programadas en la XIX Semana de Teatro Ciudad de Lucena, organizada por la Delegación de Cultura el Excmo. Ayuntamiento.
"Dido y Eneas" (1682) fue la primera ópera de Purcell y está considerada como una de las óperas más importantes del Barroco, así como la primera ópera nacional inglesa. El libreto corresponde a Nahum Tate y el texto, en inglés, se inspira en el libro IV de la Eneida de Virgilio. Es una historia de amor y desamor, de vida y muerte, en la que el Destino marca los caminos que han de recorrer los enamorados: Dido, la legendaria reina de Cartago y Eneas, el refugiado príncipe troyano. El estreno comercial fue en Londres a principios de 1700.
De loable hay que considerar este esfuerzo de la Asociación Cultural Coro del Conservatorio de Lucena, enfrentándose a las numerosas dificultades que conlleva una producción dramática de estas características, cuando existen tantos condicionantes de recursos económicos, técnicos y humanos, en este caso superados por la entrega total de intérpretes, músicos y técnicos, que aunaron esfuerzos para que en el escenario se produjera la magia operística.
Fue interpretada en sus papeles principales por Rosa Miranda, soprano, en Dido; José Antonio Ariza, barítono, en Eneas, príncipe troyano; Alba Moreno, soprano, en Belinda, hermana y dama de la reina; José Carrión, contratenor, en Hechicero y Espíritu; María Jesús Pacheco, soprano, Segunda dama de la reina y Bruja I; Diego Morales, tenor, en Marinero y María Teresa Moreno, soprano, en Bruja II. Todos ellos cantantes profesionales o semiprofesionales que demostraron su talento musical en la calidad de sus voces y en la habilidad de actuación. Destacar la interpretación de Rosa Miranda en el aria más famosa de la obra: "When I am laid in earth", conocida popularmente como "Lamento de Dido", al que seguía el emocionado "With drooping wings" por el Coro, dando fin al espectáculo.
La dirección musical, a cargo de Esther Sanzo Herrera, de larga trayectoria profesional, mantuvo en todo momento el discurso melódico sacando la mayor sensibilidad de sus intérpretes: cantantes, Joven Orquesta SYSO y Grupo Barroco, compuesto por José Luis Arrabal (clave), Miguel Angel Muñoz (tiorba y guitarra barroca), Irene Gómez (viola de gamba), Miguel Hernández (violone) y Rafael Reyes (percusión). Antes de la representación operística, la Joven Orquesta SYSO, de jóvenes talentos y proyección internacional, nos dejó el Concierto para 2 violines en La menor, RV 522 de Antonio Vivaldi, actuando como solistas Ángela Sojo y Juan María Sojo, siendo la dirección musical a cargo de Domingo Escobar.
Sobria, y buscando un estilo visual vinculado con la época mítica, la puesta en escena, teniendo en cuenta los medios económicos disponibles. Estuvo a cargo de Antonio Suárez Cabello, licenciado en Arte Dramático. Su propia voz en off, en cada uno de los cinco momentos dramáticos, explicaba un brevísimo argumento de lo que iba a suceder, que coincidía con la proyección de una diapositiva que ambientaba la acción de los acontecimientos.
Hay que destacar la importante labor del Coro en su múltiple trabajo interpretativo: en lo ritual, cuando el canto se convierte en plegaria; en su acción demarcadora, que pone fin a casi todas las escena, y como narrador, sugiriendo o preanunciado los derroteros por los que se va a encaminar la acción. Además de su desdoblamiento de la personalidad actoral, puesto que a veces formaba parte del séquito de Dido, otras del de Eneas, de un grupo de marineros, y en ocasiones interpretaba a brujas, furias del mundo infernal, violentas, que no conocen a los dioses, que no tienen más ley que ellas mismas y cuya misión principal es la venganza.
El Coro estaba integrado por: Ana Hinojosa, Carmen Lucía Espada, Elena Ávila, Mª José Gálvez, Mª Isabel Luna, Mª Dolores Bergillos, Mariceli Serrano y Saray Ruiz, sopranos; Alberto Hernández, Juan José Ramírez, Juan María Villa, Miguel Beato y Pablo Bujalance, tenores; Ana Jiménez, Araceli Somé, Araceli Torres, Carmen Alaminos, Julia Muñoz, Mar Hurtado, Paqui López y Teresa Ruiz, contraltos y Alberto Herrera, Fernando Chicano, José Araceli Ávila, José Miguel Ibáñez y Pedro Prieto, bajos.
Muy importante ha sido el equipo técnico con Lara Carrasco en la luminotecnia; Roberto Moralejo, Manuel Zambrano y Laura López en vestuario y atrezzo; Karmela Pino Muñoz, en maquillaje y caracterización; Dulce Cano Ruiz, en peluquería; Mª Carmen Alaminos como ayudante de dirección musical; Roberto Moralejo como ayudante de dirección escénica y Miguel Beato, en la coordinación productora de este gran evento. Sin olvidar a numerosas personas que han colaboración en esta apuesta operística que surge por primera vez en Lucena.