Esta semana concluirá la campaña de excavaciones en la Cueva y la Sima del Ángel, marcada por el retraso en el inicio de las prospecciones sobre el terreno debido a la tardanza de la autorización de la Consejería de Cultura de la Junta, lo que obligó al equipo dirigido por Cecilio Barroso a dedicar el primero de los dos meses de trabajo programados a tareas de estudio y catalogación de materiales de anteriores campañas en el complejo educativo de Los Santos.
El otro aspecto a destacar es la dureza de las condiciones de trabajo en las que han debido desenvolverse los investigadores tanto en la "covacha" exterior como posteriormente, en el interior de la cavidad. Cecilio Barroso señala al respecto que "en la covacha hemos retirado todos los bloques de piedra que nos ha sido posible para empezar a desbloquear el antiguo acceso exterior a la sima y de cara al próximo año será necesario utilizar medios mecánicos para poder proseguir y la redacción de un estudio previo que garantice la estabilidad de la estructura". Respecto a la sima, el director del equipo indica que "prácticamente se ha trabajado como en una mina, instalando una serie de elementos de contención de posibles avalanchas y poleas para sacar a la superficie los materiales que deben ser estudiados en el laboratorio y el revuelto".
Cecilio Barroso asegura que "garantizar la seguridad de los miembros del equipo ha sido una prioridad en todo momento". A la zona de excavación se ha tenido que acceder con un equipo de espeleología –mono, casco, arnés, mosquetones…– para salvar el importante desnivel entre la plataforma de acceso del túnel excavado hace unos años para acceder a la sima y los cortes arqueológicos. A ello se ha sumado ahora el uso de mascarillas para evitar cualquier posible contaminación de los restos extraídos, en los que se pretende seguir buscando ADN.
"Dado el retraso en la obtención de los permisos y la implementación de medidas de seguridad solo ha sido posible alcanzar dos de los cuatro metros de profundidad que pretendíamos alcanzar este año", señala Barroso. Dos metros de estratigrafía cargados de historia, en los que no han cesado de aparecer restos óseos humanos y de pequeños animales y restos cerámicos con más de 5.000 años de antigüedad, que nos sitúan entre el Calcolítico y el Neolítico, correspondientes a la última fase de presencia humana en la cueva, lejos aún de etapas más tempranas en la evolución humana que el equipo está seguro que se encuentran aún bajo la tierra negra del interior de la sima y que nos acercarían a los primeros preneandertales.
En cuanto a la covacha, punto de conexión entre la cueva exterior y la sima –que los investigadores consideran que funcionaba como "vertedero" del hábitat exterior– todo hace pensar que la zona, en la que se ha descubierto una pequeña sala de unos tres metros de altura con rellenos muy antiguos y presencia de huesos e industria, ya fue utilizada por el hombre en el Pleistoceno Medio, "lo que supone un salto cronológico muy importante, ya que apuntan pasaríamos de los 220.000 a 400.000 años de antigüedad de la cueva exterior, a más de 500.000 años en este nuevo punto de excavación, lo que permitiría hablar de uno de los yacimientos más antiguos de Europa".
El viernes volverán a casa los más de cuarenta voluntarios –procedentes de distintas universidades y países del mundo– que este año han participado en el proyecto. Ahora, el equipo empieza a planear como aprovechar los once meses de autorización que restan. "Sabemos que tenemos permiso hasta el 31 de julio de 2017 y lo que ha costado conseguirlo, así que vamos a intentar aprovecharlo, aunque sea en Navidad", señala Barroso.