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A las 8 de la tarde de ayer quedaba inaugurado por las autoridades locals el XVIII Festival Internacional de Jazz "Ciudad de Lucena", que vuelve a compartir protagonismo con la Feria de la Tapa y el Encuentro de Bandas de Calle.
Desde primera hora de la tarde, un buen número de personas se acercaron por el paseo del Coso para degustar las primeras tapas que oferta junto a cada consumición la barra de la feria, gestionada por las cofradías de Amor y Soledad, movilizando a más de 50 voluntarios, que tuvieron un arduo trabajo durante toda la noche y especialmente tras la finalización del primero de los conciertos programados, haciendo que en este primer día ya se agotaran algunas de las diez propuestas gastronómicas ofertadas, que van desde el clásico montadito de lomo con pimientos a los langostinos envueltos en bacón, los pinchitos, los mini-flamenquines o los champiñones rellenos de queso fresco, pasando por una estupenda brocheta, de nombre "Tapiluc", que llevará a dos lucentinos a Ávila, a través de un sorteo. Precios populares en esta feria de la tapa, con caña y tapa a 1,50 euros, caña y brocheta a 2,50 y combinado de 6 tapas por 6 euritos.
DOS CONCIERTOS
Dejando el aspecto gastronómico de la feria a un lado, y centrándonos en el musical, en el marco de la remozada Plaza de San Miguel y el entorno de San Mateo o el Castillo, el flautista y saxofonista Javier Paxariño, de dilatada trayectoria en el múndo de la música étnica y de jazz abría el fuego de esta edición del festival de jazz.
El granadino, colaborador en grabaciones de diversos músicos (Kevin Ayers, Joan Bibiloni, Gerardo Núñez, Miguel Ríos, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Víctor Manuel & Ana Belén, Pablo Guerrero, Luis Pastor, etc.) y con una aplaudida trayectoria musical a sus espaldas, dejó sobre el escenario una buena muestra de la mexcolanza de estilos y sonidos en los que se ha adentrado a lo largo de su carrera, en un concierto en el que demostró como la música ha sido capaz de establecer lazos entre las distintas comunidades del mediterráneo, desde Andalucia a Israel, pasando por Turquía o Marruecos. El otro atractivo especial de este concierto era la presencia sobre el escenario del baterista y percusionista Manuel de Lucena, habitual de la formación de Paxariño en los últimos años. El lucentino derrochó fuerza sobre el escenario y mostró su sensibilidad en un concierto cargado de matices y esa innegable calidad que le ha llevado a acompañar a grandes músicos de la escena nacional.
El programa de esta primera jornada se completaba con la actuación de la banda del guitarrista británico Willy James en el Paseo del Coso, y en el más ruidoso ambiente de la Feria de la Tapa. James es uno de los muchos músicos extranjeros afincados en Granada en los últimos tiempos. Inglés, nacido en Nottinham cosecha del 64, llegó a España tras tocar, en plan trotamundos, por toda Europa. Su directo destaca por el tono nasal de su voz y su timbre agudo y potente, y nos dejó un repertorio que pasó del R&B al pop sanfrasciscano de los Lovin Sponful o el falso bayou de los Credence. Música bicolor con hechura de clásica desde su mismo nacimiento y que ante el público se expresa con la mayor de las naturalidades, para cerrar con éxito la primera jornada de un festival que, pese a los recortes presupuestarios este año 11.000 euros para tres días, todo incluído, de los que 3.000 son aportados por la Consejería de Cultura sobrevive a fuerza de imaginación. Esta noche más y ahora algunas fotos del ambiente que se perdieron si no estuvieron allí.
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