A la memoria de Hamza, un símbolo indeleble para unos corazones de mil colores.
Escribía hace unos días Pedro G. Cuartango, en una de sus brillantes columnas que publica en El Mundo, que "somos libres de elegir entre el bien y el mal" e incidía en la existencia de personas "que han optado por sacrificar su vida para ayudar a los demás". La vocación de una estudiante de Psicología atrapada por unas almas desprotegidas brotó en un centro de protección de menores y se propaga diariamente en la esperanza tremolada por la fundación Acuarela de Barrios.
Una escuela de rap captó la atención de los que hoy, tal vez sin comprenderlo profundamente, divulgan valores como el amor, el respeto, la solidaridad, el civismo, la igualdad, el compañerismo, la generosidad y el altruismo.
Ana Franco, raíz y motor de una apología de la sensibilidad, alaba esa confianza que le transmitió su familia, plasmada en un rincón en el que se ensalzan los derechos humanos, y de una serie de empresarios locales que dotaron de material un nido que clama por la inclusión social.
La educación, el deporte, el ocio y el cariño son las arterias a través de las cuales se desafía ese clasismo, más acentuado con otras razas, imperante en el Primer Mundo. Causas siempre externas –económicas, culturales o sociales- han deparado una perspectiva más oscura para los integrantes de un colectivo heterogéneo y cohesionado. Niños rumanos, búlgaros, marroquíes o nigerianos se identifican con un proyecto integrador y que se eleva como un referente insustituible en su progreso.
La resolución de los déficits de comportamiento y de adaptación al entorno son algunos de los objetivos transversales impulsados por los seis trabajadores contratados y quince voluntarios, un pilar inestimable dentro de una corriente global mercantilista e independiente. La mediación con las familias y la paulatina implicación proporcionan energía y satisfacción a los responsables de un canal hacia la justicia natural de oportunidades.
De lunes a jueves, las clases de apoyo persiguen coadyuvar a la instrucción académica de los aproximadamente treinta usuarios registrados. Además, disciplinas como el tenis, el bádminton, el fútbol, el patinaje, el baloncesto, la bicicleta, el senderismo o la escalada redundan en el encauzamiento de la convivencia. Como actividades complementarias, figuran talleres de manualidades, naturaleza, higiene, alimentación, reciclaje o dinámicas de grupo.
La maquinaria de Acuarela de Barrios es incontenible. Muestra de ello es el convenio suscrito con la Fundación Emet Arco Iris mediante el cual aumentará la prevención de consumo de sustancias y se procurará solventar los problemas de conducta.
La abnegación perseverante y silente ha logrado por primera vez la obtención de financiación ajena, aparte de las donaciones de socios anónimos. La Consejería de Educación de la Junta de Andalucía ha otorgado una "pequeña subvención" para trabajar con la intervención familia-escuela en lo referente al alumnado inmigrante. Por otro lado, la Obra Social La Caixa acordó conceder 19.200 euros a un plan jalonado por la conciliación y la concordia. La misma institución reconoció la trayectoria de la fundación con el Premio a la Transformación Social, un galardón de carácter nacional, al que optaron 760 candidatas. La Asociación de Fundaciones Andaluzas también ha rubricado una distinción para Acuarela de Barrios, concretamente, el Premio Regional a la Categoría Social.
La jornada de puertas abiertas, como antesala del fin de curso, exploró la incorporación plena a un barrio al que consideran como propio y donde se esmeran en adaptarse. Acuarela de Barrios, que empezó su contribución a la conquista de un mundo mejor acogiendo a los niños que asomaban sus ojos inocentes por las rendijas de la cancela, regula ahora su estructura con las derivaciones de los centros educativos y el área municipal de Servicios Sociales. Y, como riguroso museo de la fraternidad, lo que se recibe de los beneficiarios sigue superando a lo que se les ofrece.
MANUEL GONZÁLEZ