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Con la autoridad que me otorgan mis 53 años vividos y el respeto que me impone la palabra escrita, tomo hoy de nuevo boli y papel para opinar, como tantas veces.
Esta vez, el tema que me bulle en la cabeza me resulta complejo, pues se dan varias circunstancias que me provocan una serie de sentimientos que, por más que los freno, desembocan en rebeldía, ¡raro en mí!
En primer lugar, doy gracias a Dios porque el problema de salud al que un miembro muy, muy querido de mi familia tuvo que hacer frente (días pasados) se ha resuelto satisfactoriamente.
También es de justicia, agradecer la estupenda labor médica y el magnífico trato que, tanto la paciente como sus más allegados, han recibido en el hospital antes, durante y después de la intervención. Siempre he dicho (y una vez más me ratifico), que la medicina es la profesión que más admiro.
Dicho esto y sin contemplaciones, expreso mi deseo: Ojalá algún poderoso se vea en la misma situación en la que se ha visto y se ve una parte de mi familia (y con ellos, todos nosotros). Soy plenamente consciente de que lo que he dicho es una maldad. Yo no deseo el mal a nadie, pero es que las cosas no se comprenden hasta que se viven.
Hay, por desgracia, enfermedades raras que no se investigan porque, imagino que, como son mínimos los casos de pacientes que las sufren, pues no es rentable el coste que conllevan, ante lo cual yo me pregunto: Si una de esas enfermedades tocara de lleno a algunos de esos políticos que RECORTAN en sanidad o en investigación, ¿actuarían igual? ¿Qué pasa? ¿Es qué porque son pocos los casos de estos enfermos, no tienen DERECHO a que se busque una solución curativa?
José Carreras creó una fundación para la investigación de la leucemia a raíz de su enfermedad. Pascual Maragal (hoy enfermo de Alzheimer) es referente en la búsqueda de avances. El nombre de Rod Hudson fue un acicate en la investigación contra el Sida.
Es por lo que digo que, a veces, sería necesario que gente prestigiosa sufriese en sus carnes las mismas dolencias que la gente corriente padece y nadie va más allá porque sólo son un número en un hospital, no son nombres famosos, pero ¿acaso son menos valiosos? ¿Acaso no sufren, ni tienen una familia que se desvive por ellos? Para mí es un atentado contra la humanidad recortar en Educación y en Sanidad.
Sin formación no hay preparación, no hay avances. Sin nuevos estudios no mejoramos en salud y sin salud no somos nada. Defiendo a ultranza la Sanidad pública, la investigación y la curación para todos, sin distinción de clases sociales. ¡NO PODEMOS IR PARA ATRÁS!
En este mes de enero (que por fin acaba), he tenido ocasión de frecuentar un afamado hospital de Barcelona. He podido ver rótulos en todas las puertas de los ascensores con la palabra ¡LUCHA!, panfletos por las paredes reivindicando la Sanidad Pública. Algunas zonas de diversas plantas están cerradas. No hay presupuesto para cubrir las medidas básicas de higiene al pasar a la zona de los recién operados, donde siempre se ha entrado con batas, gorros y cubrecalzados de usar y tirar, para la protección de quien está en recuperación y es por tanto más susceptible a los virus externos. Bueno, o a lo mejor es que puestos a eliminar, han eliminado hasta los virus.
¡Qué impotencia la de ver que le ponen trabas a tan magníficos PROFESIONALES, que son auténticos talentos, y que esas trabas las imponen cuatro iluminados que no tienen más habilidad que meterse en el gris y corrupto mundo del poder para enriquecerse rápido y vivir para siempre a cuerpo de reyes. Pandilla de estúpidos que no tienen presente que después de la partida, el rey y el peón van a la misma caja.
¡PROTESTA, LUCHA, que no nos ganen la batalla! Sobresueldos para los chorizos y penurias y recortes para la gente corriente. NO HAY DERECHO.
Araceli Cantero Rivas
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