A primeros de septiembre, el Parlament de Cataluña celebró los cuarenta años de su restablecimiento. TV3, la televisión autonómica de la citada Comunidad Autónoma, entrevistó a Amparo Izquierdo, la camarera que lleva once años de trabajo en la cámara catalana, quien se expresó en castellano. Se lo imaginan bien, los comentarios vertidos en las revoltosas aguas de las redes sociales son de una toxicidad clasista e intolerante que, como le ocurre a este nacionalismo independentista, oculta un latente fascismo. A continuación destaco solamente algunos mensajes, que son una representación de los muchos que hay en la misma línea. Eso sí, no indico el nombre de sus autores o autoras: no merecen ningún reconocimiento. Utilicen cualquier buscador y los hallarán sin problema.
«La reme no és catalana, no s'adapta i per això fa aquesta feina…» ('La reme -sic- no es catalana, no se adapta y por eso hace este trabajo…'); o sea, la hostelería en el Parlament no es digna de catalanoparlantes, pero, si habla en otro idioma, es que no se «adapta». ¿A qué hay que adaptarse?
«Sinó vol parlar català i desprecia la llengua de la terra, que la fotin al carrer!!» ('Si no quiere hablar catalán y desprecia la lengua de la tierra, ¡¡que la echen a la calle!!'). ¡Qué triste pensar que si se elige una lengua es para despreciar a otra! ¡Mucho más si alguien, que tiene que dejar su tierra para trabajar, la echen a la calle por no hablar su idioma! No quiero pensar qué haría este tipo con los inmigrantes que no saben catalán.
De este punto se llega a otro de considerar que está quitando el trabajo a catalanes: «I segur que hi ha una pila de catalanes sense feina» ('Y seguro que hay un montón de catalanes sin trabajo').
Otra serie de mensajes de Twitter se centran en destacar que el castellano es una lengua colonizadora… Es este un concepto tan absurdo que da lugar a sandeces como la siguiente: «Però si no li surt de la figa dir un sol mot en català el ser dret de colonitzadora està per sobre del teu deure a callar com a colonitzada» ('Pero si no le sale del higo decir una sola palabra en catalán, su derecho de colonizadora está por encima de tu deber a callar como colonizada'). En fin, Amparo ejerce su «derecho de colonizadora», cuando lo que hace es ganarse el pan, trabajar en un lugar en el que uno creía que podía expresarse libremente.
Por el contrario, a Messi, el futbolista, que siempre habla en español, incluso en su conato de salida del Fútbol Club Barcelona, nadie le reprocha la elección del idioma y hasta la alcaldesa de la ciudad condal manifestó su deseo de que no se marchara. Ojalá Amparo encuentre en los políticos amparo y desoigan a esta gente intolerante que quieren despedirla, gente que lamentablemente vota movida por ese odio fanático. En definitiva, el hecho de que habló en un idioma, y no en otro, sucedió porque ella era libre de hacerlo. Y el nacionalismo catalán está en contra de esa libertad.