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A lo que ocurre, a lo que vivimos, a lo que nos pasa, a eso, lo llamamos realidad. Para unos, los muchos, algo duro y amargo, para otros, los menos, algo dulce y amable.
Lujo, seguridad, bienestar, alegría de vivir o confianza en el futuro para algunos, los menos. Día a día, inseguridad, amargura o incertidumbre en el futuro para los más. Todo eso es realidad.
Realidad de los comedores sociales, realidad de la mujeres maltratadas, realidad de los grandes dependientes, realidad de las fronteras valladas, realidad del desempleo, realidad de los desahucios, realidad de los salarios de hambre, realidad de la inseguridad, realidad de aguantar lo que sea, la realidad de muchos, la realidad de casi todos.
Realidad de las cuentas bancarias en el extranjero, realidad de las cacerías africanas, realidad de los coches de alta gama, realidad del chofer y coche oficial, realidad del boletín oficial del estado, realidad de los altos funcionarios, realidad de las grandes magistraturas, realidad de los restaurantes con estrellas Michelín, realidad de las viviendas de lujo, realidad de la seguridad en el futuro, la realidad de unos pocos, la realidad de los privilegiados.
Si, la realidad. Hasta hace poco esperanza, certeza de que nosotros hemos vivido mejor que nuestros padres y que nuestros hijos vivirán mejor que nosotros. Hoy, aquí y ahora, certidumbre, al menos para la mayoría, de que nuestros hijos vivirán peor que nosotros, realidad de la incertidumbre en el mañana, ¿Cobráremos nuestra pensión? ¿Podremos mantener a nuestra familia? ¿Daremos a nuestros hijos aquello que nosotros no tuvimos? Triste realidad, dura realidad, la realidad de la mayoría.
¿Acaso los políticos, todos los políticos, aquellos que en un momento u otro deciden sobre lo que debe ser nuestra realidad viven de verdad esa realidad? ¿Acuden a la cola del paro? ¿Saben lo que es no poder pagar el alquiler o la hipoteca? ¿Sienten en sus carnes o en su espíritu, tener que decir no a sus hijos? ¿Acaso bajan la cabeza por conseguir un empleo? ¿Experimentan la incertidumbre del mañana? ¿Se acuestan desolados por no poder mantener dignamente a su familia? ¿Sienten desesperanza, sienten que el camino al futuro está cerrado?
No, ellos no. Trabajan, al menos en teoría, para nosotros, persiguen, al menos eso dicen, nuestro bienestar, nos cuentan, eso lo sabemos, lo que queremos oír, pero
., y ese pero es muy relevante, su realidad no es la nuestra, y hasta que no lo sea, nuestra realidad, la de cada día, la dura, la áspera, la que tenemos, será la que es y no cambiará. De nosotros depende, en nuestras manos está, pero
. ¿Somos concientes?
Juan M. Roldán