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No deja de sorprender que un político que ha llegado a la cúspide de su carrera, alcanzando la Presidencia del Gobierno de España por méritos propios o al menos eso se supone pueda decir urbi et orbi que hace lo contrario de lo que con tanto énfasis y entusiasmo prometió hacer, porque se ha dado de bruces con la realidad.
Veamos que dice el diccionario de la palabra realidad:
1. f. Existencia real y efectiva de algo.
2. f. Verdad, lo que ocurre verdaderamente.
3. f. Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.
¿Quiere decir esto que el Presidente del Gobierno no tenía noticias, hasta ahora, de la realidad? ¿Vivía en un mundo ilusorio?
No puede ser. ¿Cómo creer que una persona de su trayectoria y ejecución pública desconozca la realidad del país al que aspira a gobernar? Tal vez, porque ya no cuela eso del engaño del PSOE y la herencia recibida intenta, aunque torpemente, sacudirse la responsabilidad de otra manera.
Sea como sea, el hecho de admitir que es la realidad la que manda, que él no tiene la capacidad para cambiar esa realidad, es admitir el engaño electoral perpetrado en las últimas elecciones y su incapacidad como político.
Los ciudadanos, confiando en sus promesas electorales, le otorgaron a él y a su partido la mayor cuota de poder real que haya habido durante el periodo democrático.
¿Y qué hace Don Mariano con ese legitimo poder?
Hace lo contrario de lo que prometió hacer y, como justificación, nos dice que lo hace porque se ha topado con la realidad. Realidad que le hace retirar la tarjeta sanitaria a los ciudadanos más desprotegidos mientras inyecta sin anestesia miles de millones a Bankia. En que quedamos ¿Hay o no hay dinero? La realidad es que para unos si y para otros no.
La realidad es que aquello que funcionaba ha dejado de hacerlo y lo que funcionaba mal ahora funciona peor, y todo con perspectivas muy reales de seguir empeorando.
La realidad es que tan solo han bastado ocho meses para poner de relieve la verdad pura y dura. Don Mariano, que según sus propias palabras vive en un lío, no tiene capacidad para decidir y la realidad lo desborda es simplemente un burócrata de partido que ha llegado a la cúspide de su incompetencia, tal y como se enuncia en el famoso principio de Peter.
Esa es la dura y triste realidad de este país. Su máximo mandatario es, según sus propias palabras, alguien que se ha dado un tortazo contra la realidad y anda sonámbulo sin saber que hacer.
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