Lo que importaba un pimiento

26 de Enero de 2012
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El fin del Botellódromo de las Palabras me cogió por sorpresa. Algunas amistades me han hablado de esto con furia, mediante el empleo de argumentos como el de que se ha incrementado el dinero para el otro botellódromo –el alcohólico– o que era un punto de algún programa electoral, entre otras cosas. Yo no pienso emplear ningún arrebatado tono de reproche, ni actuar a favor o en contra de tales argumentos, sean válidos, o no. Deduzco, con amargura, que la situación económica actual ha ganado el pulso.

Precisamente, «amar es el comienzo de la palabra amargura» y me duele el Botellódromo de las Palabras, porque estaba enamorado de él; un programa que ofrecía ocio y juventud desde la Delegación de Juventud: asunto redondo. Como profesor, sé que para una parte del alumnado la Literatura, la Historia o las Ciencias se acaban a las tres en el aula y que en pocas ocasiones comparten esos conocimientos fuera de los centros educativos, sin otro fin que el estudio y el aprobado. Y, modestamente, esto era una de las posibilidades que brindaba: ofrecer cultura vívida fuera de los libros de texto y por gusto, los viernes y sábados por la tarde-noche, para que la juventud asistiera y, finalmente, participara casi por propia voluntad.

De igual modo, asociaciones, empresas y familias podían participar y ofrecer sus mejores actividades en la Biblioteca. Así, por mi relación con una asociación cultural, he estado involucrado en una treintena de actividades, sobre todo, en lecturas y recitales de diversa temática, actos musicales, conferencias y proyecciones de cine a lo largo del año… Y todas eran gratuitas y las hacíamos sin coste alguno para el organismo público, salvo la publicación de una revista cultural. Confío en que todo lo que se ha hecho dentro del programa no caiga en el olvido.

Con el Botellódromo de las Palabras he compartido tanto tiempo que me cuesta asumir que solo se hablará de él en pasado. Estoy seguro de que la Biblioteca y la Casa de la Juventud no serán las mismas, pero también sé que las actividades continuarán, porque es difícil detener el impulso de la juventud.
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