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To el mundo cuenta sus penas pidiendo la comprensión,
Quien cuenta sus alegrías no comprende al que sufrió.
Esta es la estrofa de una canción de Lole y Manuel, un dúo, ya desaparecido, que yo escuchaba por los años 80.
Es natural que todos luchemos por tener un mayor bienestar, pero mira, inconscientemente, me ha salido la palabra luchemos; si para que unos estén mejor otros tienen que estar peor, esta palabra no me vale. Aunque desgraciadamente, en muchas ocasiones, es así.
Me gusta poco la televisión, mucho la radio. Veo las noticias como todo el mundo y, creanme, muchas veces siento auténtico asco. Así como suena.
Todos los días la misma retahíla: quítate tú que me ponga yo, quítate que no lo haces bien y yo lo voy a hacer mejor ¿Cómo? Eso no lo digo, ya lo verás cuando yo esté en el poder y pueda llenarme aún más los bolsillos como los anteriores. Después, ya veremos.
En este país y en todos los países ricos (de dinero, claro) hay demasiados trajes, demasiadas corbatas y demasiado chorizo de alta alcurnia.
¿Se habrán parado a pensar cómo sería la mirada de sus hijos si les faltara la comida? Qué sabrán estos personajes cómo viven en una casa en donde reina el paro.
Las personas de bien no quieren limosnas de cuatrocientos euros, quieren trabajo. Vaya, lo había olvidado, estamos en crisis. No se como lo he olvidado si no se habla de otra cosa. Una crisis mundial provocada por la avaricia, porque es que dicen que la avaricia rompe el saco, vaya
¿Y ahora quien la padece? Pues, como siempre, los pobres. Fíjate que hasta hay quien dice (lo he oído yo) que a los pobres no les resulta tan duro vivir en la escasez, sin embargo para quien ha vivido desahogadamente el pasar a no tener solvencia es un trauma tan grande que no pueden superar ¡pues claro! Pero es que tripas tenemos todos y necesidad de llenarlas también, sin distinciones. También los habitantes de Somalia.
Esto sí que es para morirse de pena y de vergüenza mundial. Somalia no es portada de periódicos ni aparece en grandes titulares a pesar de que sus niños están muriendo de hambre. Sí, la mayor hambruna de las últimas décadas la están padeciendo estos olvidados de los países ricos que nada dicen de los objetivos del milenio. Esto no es más que una frase que ni siquiera queda bien porque suena a hueca, como tantas. Los países ricos no están destinando ese siete por ciento acordado para ayudar a los países pobres.
Y es que las imágenes de somalíes hambrientos y exhaustos recorriendo a pié kilómetros desérticos en busca de un campo de refugiados molestan a la vista y además son menos rentables periodísticamente que el espantoso suceso de Noruega, por ejemplo, y repito, espantoso, horrible; pero me atrevo a decir que, para muchos, morboso y hasta lucrativo. Como lucrativo ha sido y es el caso Murdoch de Reino Unido; escuchas telefónicas, espionaje, corrupción
todo por dinero.
Somalia no vende. Los somalíes son los que venden sus cuatro cabras o vacas, si no se les han muerto, para poder huir de una tierra seca e imposible para la vida.
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La canción que yo mencionaba al empezar mi artículo se titula Todo es de color; yo hoy veo mucho color gris, gris oscuro.