.
El PSOE es un partido con una larga historia. En esa historia, como no puede ser de otra forma, hay aciertos y errores, éxitos y fracasos, luces y sombras. Los socialistas debemos asumirla y la asumimos. Estamos por tanto orgullosos de las aportaciones de nuestro partido al progreso social y a la democracia y, al mismo tiempo, entendemos que los errores, fracasos y sombras son una parte de nuestra historia que nos enseña aquello de lo que debemos huir, aquello que nuestro partido debe evitar, todo lo que no hay que hacer.
Los tiempos cambian y con ellos la sociedad a la cual aspiramos a servir. Las certezas del ayer han dejado de serlo, nuestra bandera es la misma, nuestros objetivos también, pero los métodos de ayer ya no son válidos hoy. Es precisa una profunda renovación de las ideas que, sin abandonar el núcleo fundamental de las mismas, resumidas en el ideal de la justicia social y la igualdad de oportunidades, sean adecuadas a los tiempos actuales.
Debemos empezar por reconocer que, ante el cambio de paradigma económico propiciado por la actual crisis económica, no disponemos de un paradigma alternativo. Es evidente, al menos para la mayor parte de los ciudadanos, que la política económica del gobierno del PP solo difiere de la llevada a cabo por Zapatero en cuanto su intensidad con independencia de que para el PP esa sea su política natural- sin que nuestros dirigentes ofrezcan una respuesta clara y alternativa.
Es cierto que hay que apretarse el cinturón, pero no es menos cierto que no todos se lo aprietan con la misma intensidad. Hay quien se lo aprieta solo uno o dos orificios o no se lo aprieta en absoluto mientras que la mayoría debe apretárselo hasta el último de ellos o incluso perforar alguno más.
No es de recibo que, mientras la mayoría experimenta un empobrecimiento acelerado otros, al mismo tiempo, y como consecuencia de ello, experimenten un enriquecimiento igualmente acelerado. Es cierto que hay unas realidades económicas insoslayables pero, justo para eso, para evitar las grandes desigualdades sociales, están los políticos y la política, sobre todo los políticos socialistas y la política socialdemócrata.
Desgraciadamente no parece que nuestros dirigentes, sobre todo aquellos que están en posición de ofrecer alternativas a la actual situación, lo estén haciendo. Nuestros dirigentes no ofrecen soluciones creíbles a una ciudadanía que no ha olvidado cuales fueron las políticas del último gobierno socialista y quienes las encarnaron.
El socialismo está en una encrucijada, no me cabe la menor duda que, como otras veces en nuestra historia, encontraremos el camino y sabremos ofrecer alternativas reales y creíbles a las políticas neoliberales, que hoy se imponen a penas sin oposición, pero, mientras esa alternativa toma forma, debemos repensar el funcionamiento de nuestra organización, abandonar los métodos arcaicos de funcionamiento y, sin caer en la tentación del asambleismo, profundizar en nuestra democracia interna y al fin propiciar el surgimiento de ideas y alternativas sólidas y creíbles y, sobre todo, de unos dirigentes que las abanderen ante la sociedad, ya que sin las unas y sin los otros será imposible abandonar la actual encrucijada.
.
.
