.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tiene para «secreto» doce acepciones, y la de «Cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta» aparece en primer lugar. Aunque, en verdad, para el asunto que concierne a este artículo, resulta más clarificadora la tercera, que dice «Conocimiento que exclusivamente alguien posee de la virtud o propiedades de una cosa o de un procedimiento útil en medicina o en otra ciencia, arte u oficio»; y así es, pues en 2011, mi amigo, el joven Historiador de Arte lucentino don Manuel García Luque, Premio a la Excelencia Académica 2009, me dio a leer una transcripción de la Escritura de Capital de don Luis de Soto y Guzmán (en resumidas cuentas, Hermano Mayor de la Archicofradía de la Veracruz y Paz desde 1674 a 1679), en el que da relación de sus bienes. Si grande fue mi sorpresa al encontrarme allí que aludía a dos tallas, una de Jesús y otra de San Pedro que realizó en Málaga Pedro de Mena, ¿cómo sería la de mi tocayo investigador? «Esto debe ser un secreto hasta que pueda publicarlo en una revista especializada», me confesó. Había conseguido resolver la autoría del Lavatorio, de tal modo que, al mismo tiempo que él ratificaba la tercera acepción de «secreto», yo me comprometía con la primera.
Y llegamos a 2014, cuando por fin se publicará en el Anuario del Departamento de Historia y de Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, cuyos números suelen aparecer a mediados de año y, por lo tanto, puede revelarse. Supongo que el lector cofrade podrá recriminarme que eso ya se sabía y aprovechará para recordarme que lo de Pedro de Mena era un «secreto a voces»
Pues no exactamente. Hasta ahora todo apuntaba a que la autoría era suya, pero no había un documento que lo acreditase. Es cierto que se sabía que se había enviado a Málaga durante la época en que este escultor vivía allí, que el estilo de las imágenes era propio de este escultor, pero no nos había llegado ninguna documentación, como el libro de cuentas de la Veracruz en el que figuraba que el Cristo amarrado a la Columna es de Pedro Roldán.
Según me cuenta Manuel García Luque, sin ánimo de secretismo alguno, este descubrimiento lo expondrá con mayor detalle en Fe y Hermandad, boletín de la Cofradía de la Santa Fe (que podrá descargarse desde su blog), y en Torralbo, cuyo número correspondiente a la Cuaresma de 2014 se presenta el próximo 31 de marzo en el Círculo Lucentino. Sirvan estas líneas para felicitarlo por restar el «atribuido a» delante de Pedro de Mena y Medrano de uno de las mejores y más originales esculturas imagineras de nuestra ciudad: el Lavatorio; por hacer sumar el nombre de uno de los mejores escultores del Barroco a una obra de Lucena.
Manuel Guerrero Cabrera