El vergonzoso desfile ante la Audiencia Nacional de los 86 notables consejeros de Caja Madrid ha levantado la indignación del pueblo llano. Hay que tener un temple de acero para no reventar ante este escándalo. Padres y madres de la patria, genios de las finanzas, políticos, empresarios, sindicalistas, figuras insignes del panorama español, han hecho el "paseíllo" por la Audiencia ante las increpaciones de los pensionistas estafados con las preferentes.
Todo abuso debe ser corregido. Cualquier corrupción debe condenarse y erradicarse. Pero todos sabemos que la corrupción pésima, la peor de todas, es la que practican aquellas personas que, por razón de su cargo o dignidad, se encuentran ocupando un lugar de privilegio en la sociedad y que con frecuencia se permiten dar lecciones de bien obrar al resto de los mortales.
De entre tantos presuntos delincuentes usuarios de las tarjetas de Caja Madrid no citaré a Blesa y Rato, sino a otros menos conocidos, cuyos abusos adquieren mayor vileza precisamente por el noble cargo que ocupaban en la entidad que ha tenido que ser rescatada con 24.000 millones aportados por la ciudadanía española. Me he centrado en 2 prohombres y 2 proféminas para no desnivelar la igualdad de género. He omitido su filiación política para evitarme reproches malintencionados y puntualizo que todavía son presuntos culpables de los hechos que se le imputan.
Rafael Spottorno.- Diplomático, Jefe de la casa del Rey, Secretario Privado de Felipe VI, Director de la Fundacion Caja Madrid durante 9 años, representante en el Consejo de la OTAN y en la ONU. Pues bien, este ilustre personaje que dijo que Urdagarín había tenido "una conducta no ejemplar", -como si el resto de la familia sí la tuviesen-, se fundió 235.000 euros con su tarjeta en gastos tan poco edificantes como viajes, masajes en club relax y en lencería fina (¿gastos de representación?).
E.Rodríguez-Ponga.- Inspector y secretario de Estado de Hacienda, cargo público que dejó para pasarse al sector privado como Asesor fiscal en BBV y Repsol. Fue condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica. En 2014 se hizo público que mientras era miembro del Consejo de Administración y de la Comisión de Control de Caja Madrid, dispuso de 255.400 euros mediante la tarjeta black. Cuando fué interrogado al respecto, declaró que no sabía que esos importes gastados en lujo y ocio fueran algo irregular ante Hacienda. Pobre ignorante.
Carmen Cafranga.- Ilustre dama que, apoyándose en la Asociación Niño Jesús del Remedio, llegó a ser presidenta de la Fundación Caja Madrid para obras sociales. Se benefició de un crédito de 4,5 millones de euros en condiciones muy ventajosas y de una tarjeta opaca con la que dispuso de un total de 175.200 euros, llegándose a gastar 15.000 euros en boutiques de lujo y con la que llegó a pagar dos abonos a corridas de toros (¿obra social?). Al verse obligada a dejar su cargo, declaró que tenía la"firme convicción de haber actuado con plena legalidad". De buena fe.
Carmen Contreras.- Directora Gerente de la Obra Social Caja Madrid. Según UPyD, el partido que denunció estos abusos, esta señora tenía un sueldo anual de más de 500.000 euros y además disfrutó de una tarjeta black con la que dispuso de 266.000 euros (33.000 cada año) gastados en El Corte Inglés, viajes, lujo y estética, caprichos muy contrarios con su deber de proyectos y obras sociales. Ejemplar.
Sólo cuatro grandes modelos de entrega total, pero hay muchos más. Qué pena.
Todo abuso debe ser corregido. Cualquier corrupción debe condenarse y erradicarse. Pero todos sabemos que la corrupción pésima, la peor de todas, es la que practican aquellas personas que, por razón de su cargo o dignidad, se encuentran ocupando un lugar de privilegio en la sociedad y que con frecuencia se permiten dar lecciones de bien obrar al resto de los mortales.
De entre tantos presuntos delincuentes usuarios de las tarjetas de Caja Madrid no citaré a Blesa y Rato, sino a otros menos conocidos, cuyos abusos adquieren mayor vileza precisamente por el noble cargo que ocupaban en la entidad que ha tenido que ser rescatada con 24.000 millones aportados por la ciudadanía española. Me he centrado en 2 prohombres y 2 proféminas para no desnivelar la igualdad de género. He omitido su filiación política para evitarme reproches malintencionados y puntualizo que todavía son presuntos culpables de los hechos que se le imputan.
Rafael Spottorno.- Diplomático, Jefe de la casa del Rey, Secretario Privado de Felipe VI, Director de la Fundacion Caja Madrid durante 9 años, representante en el Consejo de la OTAN y en la ONU. Pues bien, este ilustre personaje que dijo que Urdagarín había tenido "una conducta no ejemplar", -como si el resto de la familia sí la tuviesen-, se fundió 235.000 euros con su tarjeta en gastos tan poco edificantes como viajes, masajes en club relax y en lencería fina (¿gastos de representación?).
E.Rodríguez-Ponga.- Inspector y secretario de Estado de Hacienda, cargo público que dejó para pasarse al sector privado como Asesor fiscal en BBV y Repsol. Fue condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica. En 2014 se hizo público que mientras era miembro del Consejo de Administración y de la Comisión de Control de Caja Madrid, dispuso de 255.400 euros mediante la tarjeta black. Cuando fué interrogado al respecto, declaró que no sabía que esos importes gastados en lujo y ocio fueran algo irregular ante Hacienda. Pobre ignorante.
Carmen Cafranga.- Ilustre dama que, apoyándose en la Asociación Niño Jesús del Remedio, llegó a ser presidenta de la Fundación Caja Madrid para obras sociales. Se benefició de un crédito de 4,5 millones de euros en condiciones muy ventajosas y de una tarjeta opaca con la que dispuso de un total de 175.200 euros, llegándose a gastar 15.000 euros en boutiques de lujo y con la que llegó a pagar dos abonos a corridas de toros (¿obra social?). Al verse obligada a dejar su cargo, declaró que tenía la"firme convicción de haber actuado con plena legalidad". De buena fe.
Carmen Contreras.- Directora Gerente de la Obra Social Caja Madrid. Según UPyD, el partido que denunció estos abusos, esta señora tenía un sueldo anual de más de 500.000 euros y además disfrutó de una tarjeta black con la que dispuso de 266.000 euros (33.000 cada año) gastados en El Corte Inglés, viajes, lujo y estética, caprichos muy contrarios con su deber de proyectos y obras sociales. Ejemplar.
Sólo cuatro grandes modelos de entrega total, pero hay muchos más. Qué pena.
Otros artículos de Alfonso Jiménez en su blog: La Carpintería