(Nota previa: Un buen amigo me animó y ayudó a abrir mi propio blog como lugar de refugio y visita de mis modestos artículos, pues alguno de ellos no llegó a publicarse por inexplicada decisión del medio. Es el caso del presente que, habiéndolo escrito en Noviembre del 2003, ahora paso a La Carpintería para que, dadas las novedosas circunstancias actuales, pueda ser leído once años después).
Más de 300 periodistas acreditados y 140 medios nacionales y extranjeros estaban presentes. Todas las cadenas españolas de televisión importantes conectaban en directo. España se ha paralizado durante horas. ¿A qué se debe tanta expectación, qué ocurre? ¿Tiembla Madrid? ¿Arde el país? Pues no. Es que van a anunciar la petición de mano de la novia del príncipe Felipe.
No me lo puedo creer. Esa borrasca de periodistas no están ocupándose de la invasión de Iraq, ni de los 60.000 nuevos parados españoles registrados en Octubre, ni del ERE de Antena 3 que va a dejar en la calle a 230 trabajadores, ni de las 40 víctimas laborales lucentinas de Bilore. Tampoco les preocupa la burbuja inmobiliaria con su escandalosa subida de precios, ni que la media de contratos de trabajo precario está en 10 días de duración. Ni siquiera les inquieta que el PP, precisamente en estos días, haya rechazado una proposición no de Ley del Estatuto del periodista profesional, que pretendía evitar los abusos de los contratos en prácticas tan frecuentes en ese gremio. No. Nada de eso. Sus empresas y ellos están inmersos en un asunto mucho más "importante" para España y los españoles. Se trata, ya lo he dicho, de la petición de mano de la novia del príncipe.
Todos los monárquicos están llenos de gozo, felicísimos. Los mismos que criticaban a las anteriores novias, ahora se rompen las manos aplaudiendo porque dicen que el príncipe ha sabido elegir. No les cuadraba Isabel Sartorius y la denigraron por ser hija de padres divorciados. Despreciaban a Eva Sannum porque no era española y porque iba a sus clases en bicicleta. Pero ahora, cuando la Casa del Rey ha anunciado el compromiso irreversible con Letizia, ahora ese coro de pelotas dicen que la elección es magnífica y que la Monarquía se está modernizando porque "el príncipe ha elegido a una chica de nuestro tiempo y gran profesional de la comunicación". Letizia (que a mí no me cae mal) es para ellos una joya y además, sin pasado. Casi todos silencian y pasan de puntillas por tres divorcios: el de sus padres, el de su hermana y el de la propia Letizia. Eso es informar bien.
Y uno piensa. Si la monarquía se moderniza por qué no da un paso lógico suprimiendo tanta pompa en una ceremonia tan desfasada como la petición de mano de la novia. ¿Por qué, tras el anuncio oficial del noviazgo, que tuvo tan sobrada cobertura de medios a nivel nacional, por qué no se ha hecho ahora una celebración más familiar para parecerse en algo a la España de hoy? Está claro que somos un país voluble. Y que nuestros dirigentes y medios de comunicación tocan al son del que paga. España se ha paralizado en estos días y lo va a seguir estando todos estos meses.
¿Arde el país? ¿Llora Isabel? ¿Sufre Eva Sannum? Algunos lo saben y se callan. Y otros, de tanto mirar la tele, acabarán ciegos. Tuertos ya estaban.