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A 11 de diciembre de 2012 el año agrícola que se inicia en septiembre se saldaba en Lucena con 435 litros de agua por metro cuadrado. Hoy, el balance no soporta comparaciones. Desde el pasado mes de septiembre el campo lucentino solo se ha empapado con 53 litros de agua de lluvia por metro cuadrado, una cantidad insignificante que supone apenas una octava parte de la registrada doce meses antes y que preocupa al sector olivarero, no solo por la merma que supondrá en sus ingresos en la campaña actual, sino por el posible efecto que pueda tener sobre la siguiente.
Fuentes de la Cooperativa Olivarera Virgen de Araceli han indicado a LucenaHoy que en este periodo, popularmente conocido como "la otoñá" es cuando el olivar recoge la reserva de agua para la siguiente campaña, algo que este año está resultando imposible por la ausencia de precipitaciones y la discontinuidad de las mismas. En septiembre se recibieron 21 litros, otros 23 en octubre, 9 más dejó noviembre y diciembre aún no se ha estrenado desde el punto de vista pluviométrico. Así las cosas, la escasa lluvia no ha logrado calar y si no llegan pronto será difícil recuperar el terreno perdido.
Esta ausencia de luvia en la actual campaña se traduce en una aceituna que no ha llegado a la recogida en condiciones de maduración óptima, arrugada, con menos peso y todavía muy agarrada al arbol. Sin embargo, las mismas fuentes indican que la falta de unas perspectivas mejores y el temor a los robos al ir concluyendo la campaña en otras zonas limítrofes ha hecho que muchos agricultores opten por recoger el fruto. Así, y pese a que algunos olivareros han parado la recogida, la entrada de aceituna en la Cooperativa Virgen de Araceli es incluso superior a la de otros años a estas alturas de la campaña.
En cuanto a la calidad de los aceites, todo indica que será buena, ya que no hay aceituna en el suelo y solo se han observado algunas partidas de fruto helado en las últimas semanas como consecuencia del intenso frío.
Mientras los agricultores siguen con la vista puesta en el cielo y en la llegada de nubes cargadas de agua para aliviar la situación de sequía que vive el campo lucentino en estos momentos.
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