Los goles son la salsa del fútbol, pero estos no garantizan la emoción en un partido. Esa falta de enardecimiento era de esperar en el cuadro celeste, con los deberes hechos en esta recta final y asentados en mitad de tabla. Más abajo, al filo del descenso, se sitúa el Conil, quien visitó el feudo lucentino en búsqueda de una victoria obligada que aguara las fiestas aracelitanas y que le permitiera huir de esa zona de conflicto.
Avisaba Diego Caro durante la semana de la velocidad visitante para armar el contraataque y no se equivocaba. Pese al dominio posicional de sus pupilos y varios acercamientos esporádicos a los dominios de Gallego, no se mostraron efectivos de cara a portería. Todo lo contrario a los gaditanos, quienes no titubearon en un contraataque resuelto por Mario Sánchez a la media hora del encuentro. Armó su diestra y proyectó un fusil desde la frontera del área que ni el larguero ni Molero pudieron detener.
Era la sintonía habitual de aquellos que visitaban este estadio: cerrados atrás, tapando líneas de pase y saliendo a la contra. Vieron que la fórmula del juego directo era la ideal para dañar los aposentos celestes y la explotaron al máximo. Pudieron acrecentar su ventaja en el luminoso pero el buen hacer de la zaga local en última estancia y la imprecisión visitante en el último pase no lo permitió. Tampoco sufrieron atrás, donde sus férreas líneas defensivas nublaban la claridad ofensiva de sus rivales.
Pero Marwan se coló en la fiesta gaditana tras la reanudación. Su explosividad y cualidad física le permite estar siempre alerta. Percibe la duda y la castiga. Así lo ha demostrado durante toda la campaña y así lo reprodujo de nuevo. Esta vez interceptando un balón que venía persiguiendo desde mitad del campo y que, tras la cesión errada de Cortijo a su portero, este se vio obligado a derribar al marroquí. Germán cogió carrerilla desde los once metros y con la seguridad propia de un capitán le ganó el pulso a Gallego.
Los dos equipos siguieron con su planteamiento y se vislumbraba que el desempate iba a estar sujeto a detalles, sobre todo tras la dudosa expulsión por doble amarilla a Iván Henares. Pero no siempre los detalles son sinónimos de aciertos, a veces vienen propiciados por errores; y más en el fútbol. Primero fue Mario Ruíz el que iba a corroborar esta idea con una pérdida en salida de balón que aprovechó Expósito para finalizar a placer. Después lo reafirmó Cortijo, a quien se le presentó el fantasma de Marwan para introducirse en su propia portería el centro del delantero celeste.
Con estas únicas ocasiones de gol iba a decaer la mañana dominical. Sin brillar pero con la salsa de los goles, ambos conjuntos de despidieron de la jornada 40, la antepenúltima del campeonato y que deja al Ciudad de Lucena donde estaba y al Conil entre las cuerdas, obligado a recuperar la suerte y, sobre todo, la senda del triunfo para alcanzar la salvación.