Un grito desesperado por el resurgimiento del fervor celeste
En el corazón de Lucena, una llama parece apagarse. El Ciudad de Lucena, equipo de la ciudad, enfrenta un enemigo invisible y desalentador: la apatía de su propia afición. Año tras año, las gradas del Estadio Ciudad de Lucena se ven desoladas, salvo en contadas ocasiones cuando el rival es de renombre o la victoria se juega en un partido crucial. Esta falta de apoyo constante es una herida profunda para un club que necesita del aliento de sus seguidores para rugir con fuerza y alcanzar la cima.
Un estadio vacío, un silencio ensordecedor
En los partidos regulares, el silencio reina en las gradas del Estadio. Filas de asientos vacíos son un reflejo desolador de la desidia que se ha apoderado de una parte de la afición. La algarabía de las pocas aficiones visitantes resuena con mayor fuerza, como una burla a la identidad local que se diluye entre camisetas de otros equipos.
Entiendo la pasión por el fútbol y el amor por las camisetas, pero hay momentos y lugares para todo.
Llevar la camiseta de otro equipo en un partido del Ciudad de Lucena no solo es una falta de respeto al club, sino también a la ciudad y a la comunidad. Es importante recordar que el Ciudad de Lucena es nuestro equipo, el equipo que representa a nuestra tierra, a nuestra gente y a nuestra historia. No podemos permitir que el fervor celeste se apague ante la comodidad de apoyar desde la distancia a equipos grandes que, a pesar de sus victorias, no tienen el mismo significado para nosotros.
Un ambiente frío que congela el espíritu
La frialdad del ambiente en los partidos es palpable. No hay cánticos que animen a los jugadores, no hay ruido que impulse al equipo hacia la victoria, solo un silencio sepulcral que debilita su espíritu. Incluso las aficiones de equipos filiales, como el Ceuta B, han demostrado más pasión y compromiso en nuestro propio estadio.
Un dolor que clama por sanación
El partido clave contra el Ceuta B en los playoffs fue una clara muestra de nuestra desidia. Pocos se dieron cita para apoyar al equipo en un momento crucial. ¿Acaso solo nos interesa el equipo cuando se juega la final por el ascenso o cuando hay un enfrentamiento en la Copa del Rey contra un grande? Esta actitud selectiva y desinteresada está matando al Ciudad de Lucena. Necesitamos afición todos los días, en todos los partidos, no solo en los eventos destacados.
Críticas sin aliento: una herida que se autoinflige
Es inconcebible que algunos se tomen el lujo de pitar al equipo al final del partido cuando no han apoyado durante los noventa minutos. ¿Con qué derecho se critica si no se ha estado alentando desde el principio? El apoyo debe ser incondicional, no solo en los buenos momentos, sino también en los difíciles. Los jugadores del Ciudad de Lucena merecen nuestro aliento incondicional, no nuestro reproche injusto.
Un llamado a la unión y al fervor
El equipo de nuestro pueblo merece más. Necesita el aliento constante de sus seguidores, necesita ver las gradas llenas de camisetas celestes y no de otros colores. Necesitamos recuperar ese sentimiento de pertenencia, ese orgullo de apoyar a nuestro equipo local. La verdadera afición se demuestra en los días ordinarios, en los partidos contra rivales menos conocidos, en las derrotas y en los triunfos pequeños. Solo con un apoyo constante y fervoroso podremos crear una atmósfera que haga del Ciudad de Lucena un equipo fuerte y respetado.
Más allá de las gradas: el apoyo en los desplazamientos
El apoyo al equipo no se limita al estadio. Viajar para ver los partidos fuera de casa muestra un compromiso real y da una motivación extra a los jugadores. La presencia de la afición en los estadios visitantes puede marcar la diferencia en momentos críticos de la temporada.
Un antes y un después: generando un ambiente festivo
Generar un ambiente festivo antes de cada partido es esencial para elevar el ánimo de todos y preparar a los jugadores para dar lo mejor de sí mismos. Las previas y el calentamiento con cánticos y actividades pueden ser la chispa que encienda la llama del fervor celeste. La comunidad debe unirse para crear una atmósfera vibrante que haga de cada partido una experiencia inolvidable.
Es hora de despertar: un futuro celeste
Es hora de que los lucentinos se levanten del sofá, apaguen la tele y vuelvan al estadio. Es hora de que celebremos los goles y las victorias de nuestro equipo, del equipo de nuestro pueblo. Porque el fútbol no es solo un juego, es una pasión que se lleva en el corazón, una bandera que se ondea con orgullo y una llama que se enciende con cada grito de aliento. Es la unión de un pueblo, la identidad de una ciudad y la esperanza de un futuro glorioso.
Porque al final del día, el verdadero orgullo no se mide por los títulos que ganan otros equipos, sino por el apoyo incondicional a nuestros propios colores.