Final olímpica de bádminton individual femenino. Carolina Marín, número uno en el ranking mundial, acababa de ceder su primera manga en una competición sin tacha desde que desembarcó en Río de Janeiro. Trance crucial en su ascensión hacia el oro planetario. Remachadas sobradamente las estrategias más efectivas y los movimientos rotundos, Fernando Rivas, el entrenador que la ha catapultado a una cumbre legendaria, sabe que ese paréntesis anterior a la segunda manga requiere de un impacto emocional. Y se retrotrajo al tiempo en el que su discípula tomó una dolorosa e inmejorable decisión: distanciarse de su Huelva querida, separarse de su familia y volar hacia Madrid como si fuera uno de esos volantes que remata a más de 230 kilómetros por hora.
Las cámaras de televisión captaron una secuencia incomparable. "Recuerda a esa niña de 14 años que llegó a la Blume y quería cumplir su sueño". Carolina Marín regresó a la pista como un vendaval, anuló la ventaja de la india Pusarla Shindu, terminó superándola por dos sets a uno, se derrumbó en el podio entre colores rojos y gualdos y entonó la salve a la Virgen del Rocío, cuya medalla siempre cuelga de su cuello.
Carolina Marín, uno de esos irreprimibles prodigios nacionales que se sobreponen a los recortes del 50% con los que el Gobierno de España ha mermado al deporte en el último ciclo olímpico, se instaló a sus 14 años en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Meses antes, en el 2006, trepó a un podio –probablemente de los primeros en su carrera- en Lucena. Por aquel entonces, formaba parte del equipo que el Instituto La Orden de Huelva presentó a la Copa de Andalucía de bádminton. La final se celebró en el Pabellón Cubierto de la Ronda Paseo Viejo y la futura dictadora universal del 13,40 x 5,18 recibió una presea con la cinta verde y blanca que la acreditaba como tercera de la región, junto a sus compañeros onubenses. Aquel torneo lo dominó la delegación del municipio sevillano de La Rinconada y, ¿por qué no?, tal vez empezó a fraguar una historia maravillosa.
Domingo Alonso, socio fundador del Club Bádminton Lucena y campeón de España en la categoría de veteranos, evoca la aparición en Lucena de la espontánea y férrea jugadora reconociendo que "ya apuntaba, pero, en aquel momento, nadie pensaba que Carolina llegara a ser doble campeona del mundo y campeona olímpica".
En etapas sucesivas, logró brillantes resultados con la Selección Española cadete y júnior y, definitivamente, "eclosiona, hace tres o cuatro años, con un cambio brutal en su juego, gracias a su entrenador", expone Alonso, quien, como técnico autonómico de bádminton y adiestrador del Club Bádminton Lucena durante tres lustros, afirma que Carolina Marín "tiene una cosa que no tienen las demás: el bagaje de golpes, domina todos los golpes de derecha y los reveses, tanto a mano baja como horizontal y alta".
A los 12 años, antepuso la raqueta y una combinación de desplazamientos trepidante al arte del flamenco. "Una amiga le dijo que fuera a jugar al bádminton y se enganchó", explica Domingo Alonso, un amante de este deporte, que revivió "muchísimos recuerdos" en la siesta del 19 de agosto. Por ejemplo, en la conversación con este medio citaba a deportistas locales con títulos nacionales y andaluces como Agustín Tubío, Conchi García Huete, Carmen Cancelo y Camila Requerey. Y, por supuesto, la época de mayor esplendor de la entidad local con más de un centenar de componentes.
Emilio Montes, concejal de Deportes del Ayuntamiento de Lucena en el año 2006, señala que el Club Bádminton Lucena le propuso la organización de la Copa de Andalucía y él aceptó una petición que ubicó en la localidad a la primera mujer occidental que ha desalojado a las orientales del trono mundial de los cinco anillos.
"Todo lo pelea, lo trabaja y su fortaleza psicológica es brutal", manifiesta Alonso. Probablemente por ello, no se amilanó ante su oponente en el partido trascendental y eliminó de su cerebro la derrota en el parcial inicial.
¿Es real el efecto Carolina Marín en el bádminton español? En abril de 2014, mes en el que ganó el Europeo desarrollado en Kazán (Rusia), se registraban en España 6.900 licencias, según los datos publicados por El Confidencial. La Federación Española de Bádminton computaba, a finales del 2015, 7.289 fichas, por lo que el aumento se detiene en 299 altas.
Carolina Marín reafirmó su mentalidad ganadora al aterrizar en Brasil. "Solo firmo el oro". Y, después de entrenamientos en los que incluso lloró "por lo duros que eran", el Comité Olímpico selló su ilusión en un Pabellón Río Centro donde sus gritos –"para que vean que no te rindes"- retumbaron más fuertes que nunca.