El rastro eterno y modélico de José Antonio Pineda

El encuentro, dedicado económicamente a Infancia Solidaria, terminó con un empate a siete pactado El alcalde de Lucena, Juan Pérez, y los dirigentes del Ciudad de Lucena obsequiaron a José Antonio Pineda con una placa de agradecimiento

17 de Junio de 2016
 Foto de grupo antes del comienzo del partido. SERGIO RODRÍGUEZ
Foto de grupo antes del comienzo del partido. SERGIO RODRÍGUEZ

Cuando José Antonio Pineda se empapó de sudor dignificante en su primer entrenamiento y contempló su nombre en la pizarra de la caseta, entre los elegidos para aquella convocatoria inaugural, rubricó un contrato inquebrantable consigo mismo. Entre las cláusulas de aquel documento espiritual, se encerraban axiomas como el noble respeto a un escudo, la exaltación honorable de cada camiseta, la asunción de los máximos riesgos al porfiar por el balón, el compañerismo hasta las últimas consecuencias y la atención perpetua a las llamadas de su pueblo.

Ese trance siempre imaginado, y paralelamente rechazado, por los futbolistas, le sobreviene al delantero lucentino a los 36 años y al final de una temporada en la que ha promocionado con el Ciudad de Lucena –tercer club de la ciudad en el que derrochó sus virtudes- a División de Honor. Probablemente, una lesión de rodilla, que incluso le impedía andar con normalidad, ha precipitado su retirada.

Jose se marcha desde el estadio Ciudad de Lucena, con el brazalete de capitán, marcando goles –su obsesión prioritaria- y arropado por su familia, sus amigos –pancartas incluidas- y por la última plantilla con la que compitió frente a una legión innumerable de antiguos compañeros. "Lo he seguido siempre que he podido por todos lados, y hoy me siento bastante orgulloso", expresaba emocionado su progenitor. "Es un día muy alegre para todos nosotros por la respuesta de todo el mundo que lo quiere", confesaba José Pineda quien, con complacencia indisimulada, observó el partido de homenaje en un sitio preferente de la grada, justo al lado de su esposa y otros allegados.

A un primer tiempo en las filas del Ciudad de Lucena, equipo al que se agregaron, salvo alguna excepción, todos los miembros que han compartido la campaña definitiva de Pineda, le siguió una segunda parte en la que José Antonio Pineda volvió a reencontrarse con socios históricos como Miguel Díaz, Juanru, Germán, Guille Roldán, Pedrito, Cordobilla, Fede, Rubén Cuesta, Fernando, Jesús Lanza, y Rafael Carrillo. Falete, entrenador del Lucena CF en su época más celestial, se fundió con Pineda en un abrazo cuando el protagonista de la evocadora velada cruzó por última vez la cal de la línea de banda. En este combinado también se alistó Jaime Jurado. El pintor del área afirmaba que "José Antonio Pineda siempre ha sido grande, por el esfuerzo que ha hecho por querer jugar en el Lucena y por el ímpetu que siempre ha puesto en los terrenos de juego; hoy ha hecho un día grande tanto para él como para muchos de nosotros que llevábamos mucho tiempo sin jugar". A esta selección de figuras históricas, se adhirió Joaquín Pineda, hermano del Nueve. "Me ha enseñado mucho, era un futbolista que inculcaba el entrenamiento, la garra y todo lo que lleva en la sangre, le deseó lo mejor en su nueva andadura fuera de los terrenos de juego".

Rubén Cuesta, en breve rumbo a Bolivia para vincularse al Real Potosí, comentaba que su excompañero "es una persona con mucho carácter, siempre ha trabajado mucho, nadie le ha regalado nada, y todos sabemos lo humilde que es". Dentro del vestuario "es un crack, un poco vinagre, a veces, porque se alteraba, siempre era franco de las bromas, pero con muy buen rollo siempre, un tío espectacular que te gusta tenerlo en tu equipo siempre". Finalmente, el hispanoargentino Fede, ligado al Real Jaén, indicaba que "es alguien muy noble, de los que cuando piensan algo te lo dicen, siempre va de frente, y siempre quieres tenerlo al lado".

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En el once titular de los Amigos de Pineda, asomaban efectivos que han probado la Primera División como Quini, integrante del Rayo Vallecano. Su impresión durante el curso que disfrutaron, con esa fase de ascenso a Segunda División, encumbra a un Pineda "como referente para el fútbol en Lucena". En la retina de Joaquín José Marín Ruiz permanece indeleble una instantánea. "Tengo una foto del día de Ponferrada, nos elimina, él no estuvo convocado, al terminar el partido yo voy llorando, y él es el primero que salta de la grada y viene a abrazarme; eso dice mucho de cómo es como persona".

La defensa la completaban Fran González, José Cruz y Herrero, con el inacabable Limones en la puerta. Agustín Caballero y Sarmiento resguardaban la medular, Alberto Guardeño enganchaba y Hugo Díaz e Izco disparaban dianas. Una melena rubia resplandecía en el centro de la hierba. Era Javi Lara. "Es un ejemplo Pineda, fue un año espectacular el que yo tuve aquí, y él es una persona que lo da todo, sufría mucho por el Lucena, y eso nos llegaba mucho a los que éramos de otro sitio; es un profesional en todos los sentidos, siempre con buena cara, jugara más o menos". El Guti de Montoro volvió a curvarse en el estadio que lo resucitó para propulsar pases utópicos con el ferviente deseo de detenerse en El Arcángel.

Curro Vacas, nombrado aleatoriamente portavoz del Ciudad de Lucena, tributó al "estandarte" de Lucena. "Es una persona impresionante y habla mucho del señor Pineda que hayan venido tantos jugadores, incluso algunos que solo estuvieron un año con él".  Por otro lado, resaltó la acogida que Pineda dispensaba a los jóvenes. "Los enseñaba, es todo corazón, y lo evidenciaba en el trato con ellos, los que más lo necesitaban". Hugo Vacas, pivote del futuro, alargando la huella de su padre, despuntó en el manto verde como el aliado más benjamín de Pineda. Juani Cantero, escudero de José Antonio Pineda Jiménez en mil y un episodios, relataba que "aunque ha habido directivas que no han sido de aquí del pueblo y se ha tenido que ir a jugar fuera, en el momento que ha tenido opción, ha vuelto otra vez; por ejemplo, en la ocasión más reciente con el Ciudad de Lucena".

El encuentro, dedicado económicamente a Infancia Solidaria, terminó con un empate a siete pactado El alcalde de Lucena, Juan Pérez, y los dirigentes del Ciudad de Lucena obsequiaron a José Antonio Pineda con una placa de agradecimiento y Manuel Lara, concejal de Deportes, actuó en el segundo tiempo como central. "Para mí todo esto es un honor, siendo un futbolista muy normalito, y habiendo jugado en Lucena como tantos, que  me hayan hecho un homenaje ha sido grandísimo", reconocía José Antonio Pineda. Con modestia, manifestaba que muchos otros se hubieran merecido idéntico trato y una distinción exactamente igual. "Me voy con muchísimos recuerdos, de compañeros, entrenadores, personas que me han acompañado y, sobre todo, el ascenso a segunda B con el Lucena, eso fue el culmen". En su dedicatoria más íntima, nombró a sus padres, a su hermano, a su mujer y a su hijo. "Han sido el pilar fundamental de mi vida; mis padres desde pequeño me han cuidado, me han inculcado valores para el fútbol, para la práctica del deporte y para intentar ser buena persona y buen compañero; y también mi mujer me lleva aguantando en el fútbol, desde que llevo con ella, todos los fines de semana, eso es un sacrificio muy grande para ella, y siempre ha estado al lado de mí".  José Antonio Pineda Jiménez (Lucena, 1980), prototipo inmenso del balompié auténtico.

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