Un cuarto de siglo, desde 1992, y un trayecto guiado y arraigado por numerosos hermanos que condujeron el pregón extraordinario de la Cofradía Franciscana de Pasión, pronunciado por Antonio Rafael García Oliveros en la iglesia Madre de Dios. Una etapa con "la luz siempre encendida", en la que han coexistido "la fe y absoluta humildad", pilares que instituyeron una corporación "en torno a nuestra tradiciones, raíces y costumbres".
El texto que declamó en el altar del convento de los Reverendos Padres Franciscano lo depositó en la aportación e impronta particular de diversos miembros de la cofradía cuyos nombres intercaló en su composición, citándolos con nombre y apellido. "Hay hermandad cuando existe una relación de afecto y solidaridad entre un grupo de personas, condición vivida aquí", aseguraba García Oliveros quien no sabía ciertamente si volvía a su casa o tal vez no, porque nunca se fue.
El "espíritu franciscano", modelado en los cuatro Titulares de la Cofradía –la Virgen de las Angustias, María Santísima de la Pasión y Ánimas, el Cristo de Medinaceli y el Nazareno de Pasión-, originaba y rigió un contenido histórico, de reconocimiento a los que estuvieron y a los que permanecen y que pretendió reverdecer y afianzar los valores y el sentido de la hermandad del Lunes Santo.
Daniel Ropero Morales, artífice fundador de la cofradía como el pregonero, presentó a "un amigo" con el que compartió "vivencias comunes desde que éramos niños" y que "nos han llenado de fuertes valores humanos y cristianos que han forjado nuestras actuales vidas". De Antonio Rafael García resaltó su participación activa "en toda clase de actividades sociales, culturales y religiosas" y su "unión íntima al mundo cristiano, que muestra su perfil de creyente y practicante". El introductor del anuncio "de la Franciscana Pasión" avanzó que los presentes escucharían "la voz de un corazón cofrade" que expondría párrafos y versos "de amor y devoción".
Para que "despierten los sentidos", Antonio Rafael García reclamó que "la luz" siempre "esté encendida" y aseveró que "ayer, hoy y mañana, está es mi cofradía y aquí dejé mi Fe, mi luz y mi guía, mi Pasión Franciscana y mi Lunes Santo".
En sus primeras palabras, expresó su voluntad de abrir "cada rincón de la memoria" y , entre otros muchos, evocó la estela de Antonio Medina, José María Calvillo, Paco Ruiz, Rafael Beato, Manuel Roldán, Manolín Franco, Loli, Gaspar y Juan Villa, Joaquín Peñalver, Antonio Rodríguez, Jesús, Antonio y Mario Rodríguez, Javier y Jorge Roldán, Pepe Ramírez, Paco Huertas, Javier y Aurelio Fernández –hijos de Paula Fernández, hoy al lado de la que para él fue Paz y para nosotros Pasión- y los padres Francisco, Gabriel y Eleuterio, en representación de todos los demás.
Rodeado por las imágenes sagradas que se agruparon en 1992 en la Cofradía Franciscana de la Pasión, expandiendo el germen de la Cofradía de la Virgen de la Pasión a "cuatro devociones". Antonio García Oliveros abogó por que "la oración franciscana sea presente y futuro" de la hermandad pasionista de la iglesia Madre de Dios.
Mantuvo que "el amor nos hace libres, sí" y defendía que los cofrades han de proceder "como instrumentos de paz" para "donde haya odio, poner amor, donde haya ofensa podamos poner perdón, donde haya discordia, poner unión, donde haya error, poner verdad, donde haya duda, fe, donde haya desesperación, poner esperanza, donde haya tinieblas poner luz, y donde haya tristeza, alegría".
Finalmente, ponderó, puesto que "este pregón no es mío", "la entrega sin desmayo, la Fe, la constancia, el cuidado, la confianza, el consejo" de todos "nuestros padres" quienes, a todos los hermanos de la Pasión, "les mostraron el camino para que siempre estuviera despejado" y, del mismo modo, a las madres, "por sus besos, plegarias, promesas y sus lágrimas, por sentir la cofradía y confiar a María la edad de nuestras almas".