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Segundo Domingo de Mayo, estival por las temperaturas, cuando, ya desde la fresquita la única del día la Virgen, como Reina Coronada, aparecía a los piés del Presbiterio de la Mayor de San Mateo, presta y dispuesta a recibir la visita de amor, honor y pleitesía del pueblo que la implora.
Ante la imponente mole del Altar Mayor de la Parroquia del Apóstol y Evangelista se mostraba el Altar del Cielo, Aracoeli, Araceli de Lucena, Patrona del Campo Andaluz. Aparecía encarnada por el rojo de su manto y saya. Hasta su cara reflejaba en sus mejillas el sonrojado color encarnado, más Reina que nunca, aunque a la altura de sus fieles hijos, bajando hasta la tierra como, Reina del Cielo, Sagrario de Dios, Escogida del Padre.
Aquí las miradas, allí los ruegos, aquí las alabanzas, allí los ojos regados de llanto. Día grande en Lucena que pese a las calores de un Mayo estival, se revistió de gala para visitar a su Amantísima Madre, porque Lucena no olvida su razón de ser, su esencia, su identidad, su vida que gira en torno a Ella, por eso Lucena en el segundo domingo del mes de María, rinde pleitesía al Altar del Cielo, que bajó de las alturas celestiales de su dosel, envuelta en encarnado manto, baja para posarse en el suelo.
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