Opinión: "Cofradía de barrio", por Manuel González

16 de Abril de 2014
 Opinión: "Cofradía de barrio", por Manuel González
Opinión: "Cofradía de barrio", por Manuel González

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"La religiosidad popular, que se expresa de formas diversas y diferentes, tiene como fuente, cuando es genuina, la fe, y debe ser, por lo tanto, apreciada y favorecida". Esta enseñanza la incluyó Juan Pablo II en su mensaje a la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y fue publicada el 21 de septiembre del año 2001.

En el interior de Lucena, Antonio José Prieto anunció la Semana Santa del año 1984 sentenciando que "las cofradías son comunidades cristianas que tienen que tener un valor cultural y un valor evangélico y de apostolado". La acaparadora y rampante relativización y pérdida de valores cristianos de la sociedad han de ser obstaculizadas por el dique cofrade. Las hermandades deben procurar convertirse en un referente en sus respectivos territorios parroquiales.

Asociaciones públicas de fieles. El Estatuto Marco para las Hermandades y las Cofradías de la Diócesis de Córdoba es explícito. Los objetivos de las corporaciones religiosas no se pueden limitar a los actos de culto tradicionales, sino que se han de promover actividades que ayuden a la formación doctrinal de los cofrades para que estos, a su vez, colaboren en la nueva evangelización y en la animación del sentido cristiano de la sociedad.

Jesucristo se afanó en contactar incesantemente con el mayor número de personas, de toda índole, como modo predilecto de predicar su palabra. Las sucesoras inexcusables de este comportamiento son, entre otros colectivos e individuos, las cofradías.

Las instituciones creadas en torno a una imagen de Jesús de Nazaret o de la Virgen María se distribuyen y están radicadas en distintos puntos de una ciudad. Cada una de ellas disfruta y está obligada a aprovechar la cercanía de los fieles, y también de aquellos que no lo son. Difundir el mensaje de Jesucristo: "amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Juan 15, 12).

Las cofradías han de vigorizarse en sus respectivos barrios y distinguirse como modelos a imitar. Han asumido el encargo de participar enérgicamente en la misión de la Iglesia Católica y han de satisfacerlo día tras día. Las calles de feligresía, esas vías que en Semana Santa se transforman en Jerusalén, Betania, Getsemaní y el Gólgota, deben percibir la presencia cofrade en su distrito. La idiosincrasia de Lucena no contiene un intenso y global sentimiento de pertenencia a un barrio, pero siempre hay zonas de influencia que los que se comprometen públicamente como seguidores de Jesucristo han de explotar.

Ocultamente las hermandades cubren necesidades de las personas más próximas y el barrio le otorga la razón de ser a la cofradía. Los grupos de cristianos amparados por un Titular son los relaciones públicas más eficaces de la Iglesia Católica. La historia de un barrio es indisoluble a la cofradía que reside canónicamente en determinada parroquia. Las hermandades religiosas son un activo formidable de la Iglesia Católica. Por lo tanto, sus integrantes han de aceptar dicha responsabilidad y esmerarse en representar y propagar la doctrina de Jesús de Nazaret.

MANUEL GONZÁLEZ
(Artículo publicado en la revista Humildad, órgano difusor de la Cofradía del Cristo del Valle y María Santísima de la Amargura)
 
 

 

 

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