.
La Cofradía de Ntro. Padre Jesús del Valle y María Stma. de la Amargura, única del Miércoles Santo lucentino, desafió ayer sin éxito a la lluvia.
Pudieron más las ganas de la cofradía de ganar la iglesia de la Purísima en una tarde y noche teñida de grises oscuros en el cielo y al final el líquido elemento alcanzó a los titulares de esta renovada hermandad lucentina a la altura de la calle El Peso. Esta vez no fue suficiente la precaución con la que todas las cofradías están saliendo en la que es la Semana Santa más desapacible de los últimos años, amparándose en la tecnología para predecir el momento en el que pueden producirse las precipitaciones.
El Valle ya inició su recorrido desde la Iglesia Parroquial de la Sagrada Familia con media hora de retraso, recortando su paso por las calles El Agua y Canalejas y decidió más tarde evitar también el paso por la Plaza Nueva y Coso, pero la lluvia fue esta vez más rápida y obligó a abrir los paraguas al numeroso público que acompañaba a la cofradía y a cubrir con plástico la imagen del Nazareno del Valle y plegar la cola del manto de la Virgen para evitar daños, optando por llegar a la Purísima por el camino más corto.
La cofradía del Valle, que incluso llegó a estar a punto de desaparecer, ha experimentado una importante transformación durante los últimos años, de la mano de la Junta de Gobierno que preside Antonio Aguilar este año ausente por enfermedad. Así, se han renovado sus tronos y enseres y no ha cesado en introducir mejoras y estrenos en este periodo, dotando a la hermandad, que incluso estuvo hace unos años a punto de desaparecer, de una identidad propia y un renovado brío.
Su Nazareno, de clara influencia granadina y autor anónimo, fue realizado en el siglo XIX. Sus veintiseis santeros fueron mandados ayer por Alejandro Peñalver, que colocó en las esquinas del paso a Pepe Peñalver en la esquina de la Salud y Rafa Guerrero en la izquierda, en tanto que la esquina mala fue para Manolo Arjona.
La Virgen de la Amargura, que hasta el año 2005 se procesionaba sin palio, lo hace desde entonces bajo un hermoso palio de color azul con flecos de bellota en hilo dorado y pequeñas cartelas pasionistas de metal plateado. Es una talla de autor anónimo, del siglo XVIII y escuela granadina y procede del convento de las Madres Escolapias y Felipenses, donde recibió la advocación de Virgen de los Dolores. Ayer ostentó la manijería de la Amargura Rafael Ranchal, que tuvo en las esquinas a Fernando Chicano Salud, José Lérida izquierda y Curro Chicano en la mala.
Acompañaron a los dos pasos del Valle algunas decenas de hermanos de vela y un grupo de polícias nacionales con traje de gala, al ser el Cuerpo Nacional de Policía hermano mayor honorario de esta hermandad lucentina.