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La Congregación de Ntra. Sra. de los Dolores "Servitas" y Cofradía del Stmo. Cristo de la Humillación se vió abocada ayer a la misma suerte que el resto de las hermandades del Martes Santo Lucentino, cerrando de forma prematura su desfile procesional para evitar de forma exitosa la anunciada presencia de la lluvia a partir de las 22:30 horas.
Abría la cofradía por primera vez en la tarde del Martes Santo las puertas de la parroquial de San Mateo para encontrarse con los cientos de personas que aguardaban la salida de sus titulares.
Como ha venido ocurriendo en los últimos años, la cofradía que preside José Ángel Chacón, ponía en la calle a sus titulares de forma esplendorosa, mostrando el arduo trabajo de la Junta de Gobierno que preside y de Juntas anteriores, que han logrado una completa renovación de esta hermandad en cuanto a sus enseres y tronos se refiere, un aspecto en el que resulta fundamental el trabajo realizado por su taller de bordado, de cuyas manos han salido palio, bambalinas, sayas y mantos, primorosamente realizados por las manos expertas y desinteresadas de sus componentes.
El Cristo de la Humillación, que presenta a Jesús arrodillado, después de la flagelación, en actitud de recoger su túnica, es obra del lucentino Pedro Muñoz de Toro y Borrego, en el siglo XIX, y fue restaurado por Justo Romero Fabero. Le acompañan dos soldados romanos, obra de Ventura Gómez, que sustituyeron hace unos años a otros de peor factura. Ayer fue su manijero José Luis Tiendas, que llevaba en sus esquinas a Pedro Córdoba en la Salud, Juanma Pérez en la izquierda y Manolo Espinar en la mala.
Por su parte, el paso de palio de la Dolorosa Servita está atribuido a Blas Molner y fue restaurado por Ricardo Llamas León. Fue su manijero Juan Carlos Servián, acompañado en las esquinas por Pedro Moreno, Rafael Rodríguez y Antonio Hurtado. Una cuadrilla joven, como suele ser habitual en los pasos de esta cofradía lucentina del Martes Santo..
La cofradía comparte recorrido con la del Amor y, como aquella, tuvo sus momentos culminantes en el paso por la cuesta del Castillo y El Coso, viéndose obligada a recortar de forma muy importante su recorrido, volviendo a la Plaza Nueva apenas dos horas después de su salida, desde las Cuatro Esquinas, sin tener la oportunidad de pasar por la calle El Peso ni bajar hasta el llanete de San Francisco. La medida sirvió para evitar que los pasos se viesen afectados por la lluvia, como ya ocurrió el año pasado.
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