Pueblos que no disponen de luz eléctrica ni de agua corriente, caminos y senderos incontables y recónditos, casas de adobe y paja y de madera, tejados de hojas de palmera, suelo terrizo, niños y familias muy humildes y necesitadas, enfermos que carecen de cualquier atención médica, madres que sufren y están solas para cuidar de sus hijos... Esta es la superficial radiografía de la comunidad de la que se encargan, desde que se despidieron de Lucena, los sacerdotes Paco Delgado y Leopoldo Rivero.
Ambos asumieron la encomienda de conducir la parroquia de la Virgen del Perpetuo Socorro de Picota. Dos curas de pueblo atienden pastoral y espiritualmente a unos indígenas que ocupan un territorio similar al de una diócesis española. A diario, se desplazan de un poblado a otro en camioneta, en canoa, en caballo, o a pie. La provincia de Picota está situada en la región de San Martín, al norte de Perú, y pertenece a la prelatura de Moyobamba. Es una zona ubicada en plena selva amazónica, con un clima tropical. El río Huallaga, uno de los afluentes más caudalosos del Amazonas, atraviesa esta extensión.
Estos dos misioneros comparten habitualmente la comida con sus fieles y duermen en ocasiones en sus humildes casas. Paco Delgado y Leopoldo Rivero, a los que allí llaman cariñosamente "padrecitos", proporcionan el gozo a unas personas que están acostumbradas a la pesadumbre. Cuando visitan un determinado territorio, y les administran a sus habitantes los sacramentos, "es el día grande de fiesta para ellos", según cuentan desde Perú. "Les escuchas, se para el tiempo: no hay prisas ni relojes... ¡cómo se cumple el Evangelio...!".
De sus sentimientos cotidianos, destacan las lecciones de vida que les transmiten sus nuevos vecinos. "Desde su nada, lo comparten todo, acogiéndonos siempre con una alegría tan sincera en medio de tanta calamidad que sorprendería al más insensible". Cualquier acción que en el Primer Mundo se considera simple allí entraña una dificultad formidable. "Se nos hace un nudo en la garganta al ver como niños, jóvenes, familias enteras, hombres y mujeres de tez curtida por el duro trabajo, ancianos...vienen desde lejos algunos caminando muchas horas- para participar de la celebración de la Eucaristía.
Distintas religiosas, pertenecientes a las Salesianas del Sagrado Corazón, a las Obreras del Corazón de Jesús y a las Hermanas Compasionistas, los ayudan en su labor pastoral. "Aquí te das cuenta de que la necesidad más radical del ser humano no son los bienes materiales, ni la comida, la casa o el vestido, sino el deseo de sentirse amado", exponen dos sacerdotes que marcaron con su impronta de sencillez y cercanía a las diferentes localidades de Córdoba en las que predicaron la Palabra de Dios antes de marcharse a Sudamérica.
"Detrás de cada rostro ennegrecido por el sol y el trabajo y detrás de cada mirada y de cada puerta de esas pequeñas cabañas perdidas en la inmensidad de la selva, hay historias que rompen el alma y remueven nuestra acomodada conciencia". Paco Delgado y Leopoldo Rivero se acercan cada día a esos "cristos vivos" que, a veces, solo buscan el consuelo de una mirada y una oración callada. "La gente está acostumbrada aquí a la vida dura y lo aceptan con resignación y fe, nunca los hemos oído quejarse de Dios".
Actualmente, aparte de otros quehaceres inmediatos, ambos curas están inmersos en la realización de una casa de acogida para niñas desfavorecidas, muchas de ellas sin amparo alguno de una familia. El proyecto, en el que está implicada la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli, está planteado en Shamboyacu, uno de los distritos, con mayor densidad de población y con menos asistencia social. Las hermanas del Corazón de Jesús regentarán un hogar que se ha bautizado con el nombre de la Patrona de Lucena.
Desde Perú, Paco Delgado y Leopoldo Rivero solicitan el apoyo y los donativos de los lucentinos tanto para la mencionada iniciativa como para otros innumerables menesteres. La Iglesia Católica celebra este domingo el Domund, la jornada mundial de las misiones. Las colectas que se recauden en las eucaristías de este fin de semana irán íntegramente destinadas al fondo solidario de la OMP (Obras Misionales Pontificias). Con el propósito de "mejorar las condiciones de vida de mucha gente que soporta situaciones infrahumanas", los sacerdotes Paco Delgado y Leopoldo Rivero, "suplican a los fieles lucentinos que se vuelquen con esta acción de la Iglesia, con la añoranza de los seres queridos, de toda la familia y amigos de nuestra patria Lucena".
MANUEL GONZÁLEZ