La Virgen de Araceli descansa ya en la iglesia de San Mateo, donde a partir de mañana recibirá la visita de miles de lucentinos, en un ciclo que se repite en Lucena desde hace más de cuatro siglos y medio y que se perpetúa cada año con la multitudinaria Romería de Bajada, con la que se inicia un nuevo ciclo aracelitano. La ciudad volvió a volcarse en el recibimiento a su patrona, convirtiendo la Romería en una fiesta gozosa.
Desde primera hora de la mañana la carretera de la Sierra acogía a numerosos fieles, camino de la cumbre, para acompañar a la Virgen en su anual regreso a la ciudad, en un acto que abre el intenso calendario festivo que Lucena vivirá en los próximos días.
A las tres de la tarde, tras el Rosario de Romeros, se abrían las puertas del santuario aracelitano para dar inicio a la salida de la Patrona de Lucena y del Campo Andaluz, entre el atronador estruendo de los cohetes.
Durante cuatro horas, la Virgen, ataviada de pastora y rodeada de un multicolor adorno floral, fue bajando hasta Lucena en su tradicional trono romero de plata, rodeada siempre por centenares de devotos. En los primeros y complicados tramos a hombros de la cuadrilla de santeros mandada por Rafael Haro. Ya en el cruce de caminos la entregaban al pueblo hasta llegar a la Primera Cruz, donde de nuevo la tomaba la cuadrilla de santeros para el rezo de la Salve y la interpretación del Himno Aracelitano. Después, el pueblo volvía a ser el portador del preciado tesoro devocional hasta la llegada a las inmediaciones de Lucena.
A las 7 de la tarde, tenía lugar la llegada de la Virgen a la Puerta de la Mina. En los jardines dedicados al compositor lucentino Antonio Villa Álvarez de Sotomayor, se producía el relevo de la Corte Aracelitana del pasado año por la nombrada para estas fiestas, que preside como Aracelitana Mayor Araceli Dorado Muñoz, junto a Carmen María Almagro, Mª Araceli Arévalo, Mª del Carmen Campaña, Marina Delgado, Rosa Mª Osuna y Araceli Roldán.
Espectacular el recibimiento de los lucentinos a su Patrona por las calles de la ciudad, bajo en un manto de pétalos lanzados desde los balcones, entre incesantes vivas y cantos aracelitanos hasta su llegada a una Plaza Nueva repleta de público y la posterior bienvenida a la parroquia de San Mateo, por parte de Fray Arcángel Manzano.
Con el canto de la Salve y el himno se cerraba la Bajada y se iniciaba un nuevo ciclo aracelitano, en el que la Patrona de Lucena presidirá el altar mayor del templo, desde donde recibirá diariamente la visita de miles de lucentinos hasta la llegada de las Fiestas Aracelitanas.