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El Jueves Santo se iniciaba a la hora prevista salía desde la ermita de Dios Padre la Cofradía de la Santa Fé, con sus tres titulares, la Alegoría de la Santa Fé, mandada por Antonio Eloy Henares, que eligió como esquineros a Miguel Henares en la "Salud"; Juan Cañete en la izquierda y Miguel Henares en la "mala"; el Sagrado Lavatorio, atribuido a Pedro de Mena y Medrano, con Antonio Jesús Castillo como manijero y Juan Romero, Bernardo Roldán y José Mateo Soria en las esquinas y Ntro. Padre Jesús Preso, obra anómima atribuida a José de Mora, que se procesiona sobre un hermoso trono de metal plateado y estilo neogótico, mandada por Manuel Espinar Morales, que llevó en sus esquinas a PacoPino Salud, Miguel Ángel Osuna izquierda y Manolo Franco mala.
Emotivo el paso de la cofradía por la calle San Pedro, con la típica estampa de Jueves Santo de sus titulares ante el incomparable marco de la iglesia del convento de San Martín de las Madres Agustinas Recoletas y el monumento erigido por la Agrupación de Cofradías a la Purísima Concepción.
Tarde de faroles negros envueltos en el incienso entre los tímidos rayos de sol, pugnando con las nubes que durante todo lo que va de Semana Santa no han dejado de cubrir el cielo lucentino, al paso de la hermandad por el paseo del Coso, antes de adentrarse por un momento en las calles de la vieja judería y atravesar la calle Flores de Negrón, especialmente complicada por sus reducidas dimensiones para el pasó del Sagrado Lavatorio.
Vendrían más tarde la calle Las Torres, repleta de público, sobre todo en el entorno de la santera cuesta del Reloj, el paso por el centro de al Plaza Nueva esta vez sin las habituales vallas delimitando el recorrido procesional o el trayecto por la concurridísima calle El Peso, antes de llegar de nuevo a la coqueta capilla de Dios Padre.