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A las 22 h. de la noche del día 27 de mayo, en la parroquia de San Mateo, se dieron cita ante las imágenes de Ntro. Padre Jesús Nazareno y María Santísima de Araceli cuatro poetas cordobeses, en un recital poético a modo de juegos florales. Tras las palabras de bienvenida y saludo del Hermano Mayor y de Manuel Lara Cantizani, Concejal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Lucena, tomó la palabra el presentador del acto, el académico Antonio Cruz Casado, quien disertó sobre la importancia de las dos devociones lucentinas en la poesía local, principalmente entre los poetas del siglo XX. Finalizó su intervención con la lectura de un poema, escogido entre el ramillete de poetas lucentinos, dedicado a la Virgen, titulado La llegada, 1562 , cuyo autor fue José García Aznar, precisamente con ocasión del IV Centenario de la llegada de la Virgen a Lucena.
Por orden de edad, después de la exposición del amplio currículum de cada uno, intervinieron Elena Medel, poetisa cordobesa de ascendencia lucentina que versó sobre los hombres y las mujeres de su casa, indicando antes de recitar sus versos que encuentra el nombre de Araceli en varias generaciones. Continuó Joaquín Pérez Azaústre, autor del libro titulado Lucena sefardita, que en su infancia pasó algún tiempo en Lucena. El mes de mayo lucentino fue evocado con mucha sutileza por Manuel Gahete Jurado, director del Instituto de Estudios Gongorinos de la Real Academia de Córdoba.
En último lugar recitó Pablo García Baena, premio nacional de poesía, entre otros muchos. Fue un momento de sentimiento extraordinario el poder escuchar de su viva voz los versos que él mismo dedicó a Santa María de Araceli en 1948, con motivo de su coronación, así como el poema de otro poeta de Grupo Cántico, Ricardo Molina, ambos publicados el 2 de mayo de dicho año en el diario Córdoba.
Toda la lectura poética -tres poemas por autor- fue acompañada al piano.
Cerró el acto el Vicario Episcopal, Jesús Poyato Varo, que agradeció la organización del acto a la Delegación de Cultura y a la propia Archicofradía, significando que la poesía nos invita a detenernos en la vida ajetreada y considerar las cosas importantes de la vida. Destacó la presencia de las reliquias de San Juan de Dios, gran teólogo y Maestro de Santos, y su incidencia en la mística de Santa Teresa de Jesús.
En último lugar recitó Pablo García Baena, premio nacional de poesía, entre otros muchos. Fue un momento de sentimiento extraordinario el poder escuchar de su viva voz los versos que él mismo dedicó a Santa María de Araceli en 1948, con motivo de su coronación, así como el poema de otro poeta de Grupo Cántico, Ricardo Molina, ambos publicados el 2 de mayo de dicho año en el diario Córdoba.
Toda la lectura poética -tres poemas por autor- fue acompañada al piano.
Cerró el acto el Vicario Episcopal, Jesús Poyato Varo, que agradeció la organización del acto a la Delegación de Cultura y a la propia Archicofradía, significando que la poesía nos invita a detenernos en la vida ajetreada y considerar las cosas importantes de la vida. Destacó la presencia de las reliquias de San Juan de Dios, gran teólogo y Maestro de Santos, y su incidencia en la mística de Santa Teresa de Jesús.
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