San Mateo vivió ayer, en el preámbulo de la Semana Santa, una suerte de simbiosis entre júbilo y llanto, con la exposición de la popular "Pollinita" y de la Virgen de los Dolores "Servitas" a los píes de la escalera del altar mayor.
El primero representado en la imagen dulce de Ntro. Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén, en la ilusión de aquello para lo que ya sólo restan horas: el sol, las palmas, el torralbo, la santería y la cofradía. Todo ese júbilo lo representaba el Señor, que a lomos de su Pollina espera el beso amoroso a sus píes. El Señor presentaba dos jarras y centro con statis morado y orquídeas así como sendas jarras con margaritas blancas.
Pero también estuvo presente el llanto, el llanto de la Madre Dolorosa que ve traspasado su corazón por siete puñales, los siete dolores de María. Ya lo profetizó Simeón en el Templo, una espada atravesará tu corazón y aunque Tu Hijo entre en la Jerusalén de Lucena, que lo recibirá con palmas y olivos en la tarde del Domingo de Ramos, sabes que pronto será azotado, coronado y humillado para cargar con el peso de nuestras culpas, y lo verás morir en la cruz a la hora sexta de un Viernes de llanto y dolor. Presentaba la dolorosa sendas jarras y centro con statis y orquídeas blancas, varias piezas de candelería con cera blanca flanqueaban a ambas imágenes y se presentaba también el antiguo arcón de la virgen de los Dolores, fechado en el XVIII, restaurado. Ayer, la Virgen de los Dolores de la Congregación Servita volvió a recibir el cariño y la devoción de sus hijos en forma de beso, posado en sus delicadas manos, talladas por Blas Molner.
Durante toda la jornada recibieron la visita de numerosos fieles y muchos niños que pasaron a contemplar al Dios de los niños y a su Dolorosa Madre del Martes Santo.
Jesús Ruiz Jiménez