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En un Valle de Humildad, allá por Jesús Abandonado, antiguo hogar residencia Siloé, aún con el recuerdo de Prudencio Uzar y de sus predilectos huéspedes que hoy ya no están, pero con el espíritu de aquel hombre bueno vivo entre los muros del viejo convento alcantarino, el espíritu de Humildad sigue vigente en la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Valle y su Madre María Santísima de la Amargura, porque con la humildad y la sencillez también se da ejemplo.
Una cofradía que, gracias al empuje de las personas y la junta de gobierno que un día tomaron el timón de esta nave, sigue a flote y ¡de que manera!, haciendo las cosas despacito pero siempre a mayor honra y gloria de Dios y su Santa Madre. Una cofradía de superaciones constantes que, poco a poco, aunque no sin dificultad, sigue labrándose un lugar de privilegio en el panorama cofrade lucentino y que ha dotado al Miércoles Santo de una dignidad y esplendor digno de subrayar.
Tal vez quede mucho por andar, pero el camino se hace despacio, sin prisa pero sin pausa. Este año, por mor de la situación fortuita que padece la hermandad, no podrá salir de su Sede Canónica en la Parroquia de la Sagrada Familia y lo hará desde la Iglesia de la Purísima, en pleno centro de la ciudad, aunque sus señas de identidad siempre estarán en su parroquia y en su barrio humilde, que en la tarde del cuarto Domingo de Cuaresma demostró que lo de estar allá arriba, en el Valle, no es inconveniente para que los fieles suban a ese Monte Calvario a besar las píes del Señor de la Mirada Dulce.
A veces parece que subir la Calzadilla cuesta trabajo, pero cuando se entra dentro de la recoleta iglesia la recompensa es grande bajo la mirada de Jesús del Valle y la maternal figura de su Madre Amargura.
Jesús Ruiz Jiménez "Gitanito"