Un cura de pueblo. Cercano. Entregado a sus prójimos. Mensajero de la alegría de la Fe. Francisco José Delgado Alonso nació en Lucena el 17 de julio de 1973. "Una vocación tardía", como él mismo revela, lo llamó a la vida religiosa. Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla, lo ordenó sacerdote el 13 de marzo del 2010, dentro del Año Sacerdotal promulgado por Benedicto XVI. Ahora, a punto de cumplir 41 años, recorrerá 12.000 kilómetros para reencontrarse con su "hermano Leopoldo Rivero" en la Misión Diocesana de Picota, en la región peruana de San Martín.
Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, publicó una serie de nombramientos el pasado domingo, en la festividad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Entre ellos, designó a Francisco José Delgado sustituto de Juan Ropero Pacheco en la Misión Picota. El sacerdote cordobés regresa a la provincia, concretamente a las parroquias de Jesús Nazareno y San José de Puente Genil, después de tres años en Perú, tiempo habitualmente fijado por el Obispado de Córdoba para las encomiendas en el país del oeste de Sudamérica.
Leopoldo Rivero y Francisco José Delgado servirán a más de 100 pueblos. La parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Picota, situada al noroeste de Perú, atiende a una población similar a la de la provincia de Córdoba. El lugar al que viajará el cura lucentino en el mes de agosto está rodeado de selva y la distancia que lo separa del principio del Amazonas es mínima.
En las semanas previas a su cambio de continente, Francisco José Delgado reconoce experimentar "sentimientos encontrados". Su primera misa la ofició, el 25 de marzo del año 2010, Día la Encarnación, en la parroquia de San Mateo. Posteriormente, fue destinado a La Granjuela, Valsequillo y Los Blázquez, tres pueblos emplazados entre Fuente Obejuna y Peñarroya; a Fuente Palmera; y, finalmente, los últimos tres años ha ejercido el ministerio sacerdotal en la parroquia de Santa María de las Flores de Hornachuelos.
En el municipio levantado en plena Sierra Morena, los fieles "sienten" su marcha. "Es una experiencia ilusionante, aunque aquello es muy duro, es muy gratificante, nosotros prometimos obediencia y vamos donde nos pide el obispo". En definitiva, Francisco José Delgado precisa que es cura "para cumplir la voluntad de Dios", un designio divino que lo llevará hasta la región de Moyobamba.
Su familia reside en Lucena y él retorna "con cierta frecuencia", pero "no todo lo que querría". Francisco José Delgado presidió recientemente el triduo del 450 aniversario fundacional de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, una hermandad que está sellada en su corazón y de cuya junta de gobierno hubo de dimitir cuando ingresó en el Seminario Mayor de San Pelagio de Córdoba. Según afirma, Leopoldo Rivero lo condujo al mencionado centro de preparación. Pasados unos años, los dictados providenciales los reunirán en una ocupación tan sufrida como enriquecedora.
MANUEL GONZÁLEZ