Una semblanza de Santa Teresa de Jesús y una interpretación de su legado. César del Espino García encumbró la vida la primera doctora de la Iglesia Universal en el templo parroquial de Santiago Apóstol, durante el pregón que abre el fin de semana que Lucena dedica a una mujer que "alzó en su figura la persona de María de Nazaret" y que enfocó su trayectoria hacia "la obediencia y la sencillez".
José Antonio Villalba Muñoz introdujo a César del Espino, "un ser humano en el más amplio de los sentidos" en el uso de la palabra. "Lucena es patrimonio, historia, cultura y santería, este último, un rasgo que a muchos lucentinos les une y que tendríamos que conocer mejor, paso imprescindible para poder apreciarla y quererla".
El presentador desveló que su amigo le encomendó dicha tarea tras un coloquio sobre santería organizado por la Cofradía de la Soledad. "Me fui imposible negarme porque César era el que me lo pedía y yo quería hacerlo. Del pregonero destacó su "vehemencia cuando de defender una causa se trata" y su condición de "conversador nato". Asimismo, afirmó que "uno solo es su oficio, la arquitectura, y varias sus querencias". Entre sus aficiones, apuntó el flamenco, los campanilleros, la Cofradía de la Aurora y su coro y la santería.
En su declamación, que ofreció a la memoria de su tío José María del Espino Fernández, César del Espino afirmó que Teresa de Jesús es "la santa más santa" de cuantas ha podido conocer. Asimismo, indicó que el 15 de octubre "se abrieron para los devotos las puertas de la más gloriosa efeméride en mucho tiempo, los 500 años del nacimiento de la santa que nos convoca". En este sentido, aseveró que este quinto centenario "sí es sobresaliente y sí es extraordinario". "500 años de entrega fe y amor, de obediencia e infinita unión con Cristo".
El acto, enmarcado ya en el Año Jubilar Teresiano, sirvió para profundizar en la existencia de Teresa de Cepeda y Ahumada. "Su padre decidió meterla transitoriamente en un convento de agustinas, a modo de pensionista seglar, curiosa costumbre que ha durado varios siglos, la de utilizar el convento, a modo de pensión, con las normas de vida y reglas religiosas".
De acuerdo al estudio detallado que efectuó César del Espino a fin de redactar su obra, "del convento agustino al carmelita planeó una huida por la noche, una fuga en toda la regla". Resaltó virtudes de la santa tales como "la espera, la paciencia y la calma". Por lo tanto, "supo aguantar los designios de la Providencia".
Una enfermedad probablemente paludismo- le provocó una fiebre imparable y la atrofia de huesos y músculos. "Tres años durísimos", según las palabras del orador. "Era una de las monjas más solicitadas en los locutorios, por su agradable y provechosa conversación, pero ella lamentaba que no tenía ni un minuto para rezar".
"Su amor desbordante al Altísimo partió de la visión de una imagen del Ecce Homo que se colocó en un cuadro del oratorio del convento". César del Espino sostuvo que fue "su primer encuentro auténticamente contemplativo con el Señor".
En su intervención, entreveró poesías de Santa Teresa, quien soporto ser "el centro de la envidia y calumnia de sus propias hermanas del Carmelo". Como conclusión, señaló que "cuando en el siglo XXI se lucha en algunos ámbitos por la igualdad de la mujer, Teresa de Jesús, en el siglo XVI, en una de las épocas más difíciles y misóginas, consiguió remover y reconstruir los cimientos de la religión en toda Europa".
MANUEL GONZÁLEZ