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El primer domingo de mayo es un día escrito con letras de oro en el corazón de todos aquellos lucentinos y lucentinas que se sienten aracelitanos y amantes de sus raíces. Es el día de la Virgen. Lo anuncian desde muy temprano las salvas de cohetes, lo revelan las flores del azahar de la Plaza Nueva, lo cuentan las campanas de San Mateo. Es el día de la Madre, que en Lucena es Araceli. El día más grande del año.
Lucena se despereza para asistir a la función religiosa, solemne y hermosa, amenizada por las notas de la Misa del Campo Andaluz entre las piedras centenarias de la parroquia de San Mateo. De esa misma parroquia, partirá a las ocho de la tarde, el crucero de amor en el que se convierte el trono neobarroco de la Patrona de Lucena y del Campo andaluz. Y no hay mayor honor para un santero lucentino que sentir el duro peso de la madera de la Madre Dulce y Buena sobre su hombro.
Este año, el privilegio de mandar el paso de la Virgen le ha correspondido a Agustín Lara González, que ha aviao una cuadrilla de amigos y buenos santeros para pasear a la Señora de Lucena por las calles de Lucena como ella se merece y como el pueblo aracelitano espera.
Funcionario municipal actualmente Responsable de Protocolo Lara asegura que le llega este honor de ser manijero de la Virgen de Araceli en su mejor momento con 43 años y 16 años después de haberlo solicitado por primera vez.
Agustín Lara se estrenó como santero hace ya 26 años, siendo manijero de la Virgen de la Servitas. Hasta la fecha ha santeado en más de 50 ocasiones, habiendo tenido la inmensa suerte de haber paseado prácticamente la totalidad de los pasos más emblemáticos de nuestra Semana Santa. También ha sido manijero en cuatro ocasiones: Servitas, San Francisco, Santo Entierro y Virgen de las Campanitas. Entre sus santerías guarda un especial recuerdo de las nueve realizadas bajo el trono de la Patrona de Lucena, en cuatro ocasiones en la Solemne Procesión de su Día, tres veces en la Bajada, una en la Subida y una más en la cuadrilla de la Procesión Extraordinaria con motivo de la conmemoración del Cincuentenario de la Coronación de la Virgen.
- ¿Cómo se enteró de la feliz noticia de ser designado manijero de la Virgen y cómo está viviendo estos días previos?
- Tuve la satisfacción de recibir la llamada del Hermano Mayor, estando en casa con mi esposa y mis dos hijos. Fue una inmensa alegría. Cuando me lo comunicaron se vivieron momentos de emoción indescriptibles. Creo que esa noche nunca la olvidaré. No podía creer que Ella hubiera decidido que fuera yo su manijero en este año tan especial. Pero ahora, que ya lo tengo asumido, la estoy intentando vivir intensamente con mi familia y mis amigos, no dejando escapar ningún momento, y sobre todo intento hacerlo con el ejercicio de responsabilidad que conlleva esta manijería. He nacido en el seno de una familia de gran devoción aracelitana. Mis padres siempre me han inculcado el amor a la Virgen. Mi madre se llama Araceli, mi hermana mayor también, mi otra hermana fue en su momento Dama de Honor de la Corte Aracelitana y mis tres hermanos también han sido santeros de la Patrona. Además, en mi caso, mi profesión me ha hecho estar muy ligado a María Santísima de Araceli y he podido vivir todo lo que significa Ella de una manera más cercana y especial.
- ¿Cómo definiría la santería del Día de la Virgen?
- Para mí hay una palabra que definiría esta santería: señorial. Debe ser poderosa, elegante, respetuosa
. Y por otro lado, en la forma de vivirla, creo que debe ser familiar, entrañable y llena de momentos emotivos que nos acerquen más a Ella, a su infinito amor.
- ¿Cuál es el punto más comprometido del recorrido procesional?
- Con respecto al más comprometido, creo que me quedaría con todas las vueltas en general, creo que son los puntos más complicados del itinerario y donde realmente se ve si la cuadrilla santea con suficiencia a la Virgen. Creo que en las vueltas se marcan las diferencias entre una santería más o una gran santería. En cuanto al más emotivo, me quedo sin lugar a dudas con la calle El Peso hasta encerrarse, sin olvidarme de los momentos que se viven en la Parroquia de San Mateo previos a su salida.
- ¿Qué criterios ha seguido para formar su cuadrilla?
- El primer criterio que he tenido en cuenta es buscar santeros en el sentido más amplio de la palabra, o sea, santeros que sepan cumplir no sólo debajo de la maera, sino también en las juntas y en todo aquello que conlleva una santería de este nivel, que sean personas respetuosas con el manijero y con los demás, que sean aracelitanos y devotos. Evidentemente, empecé a confeccionarla con mis hermanos y mi círculo de amistad más cercano, ya que todos ellos reunían los requisitos que yo requería. Después fui buscando al resto de la cuadrilla, conjugando amistad, buscando al santero que me gustaba para el sitio determinado que debía llevar y también he tenido en cuenta a aquellos santeros que nunca han tenido la suerte de santear en Nuestra Patrona. Con ellos he vivido ya momentos inolvidables, emotivos, llenos de ilusión, dealegría, de lágrimas
.. Creo que es uno de los grandes privilegios quetiene el hecho de ser manijero de Nuestra Madre, el poder llevar esaalegría tan inmensa a los santeros a la hora de aviarlos y por ende asus familias. Estoy seguro de que los recordaré siempre y ellos a buenseguro también.
- ¿Cuántas juntas piensa celebrar?
- En principio tengo previsto celebrar un total de cinco juntas. Creo que es un número adecuado, teniendo en cuenta el poco tiempo del que se dispone estando la Semana Santa de por medio y también por la cantidad de actos que conlleva esta santería y que implicará que la Cuadrilla tenga un contacto casi permanente.
- ¿Está la manijería de la Virgen al alcance de cualquier santero?
- Estoy plenamente convencido de ello. Creo que va siendo hora de desterrar ciertos mitos y entre todos tenemos que conseguirlo.
- ¿Quiere añadir algo más?
- Aprovechar estas líneas para agradecer a la Real Archicofradía la confianza depositada en mí y haberme hecho cumplir la ilusión de mi vida. En especial a mi suegro, Miguel Guarino, que siempre me ha apoyado y nunca perdió la fe en que este día llegaría. Agradecer a mi esposa y a mis hijos, a mi madre y hermanos, a mis amigos y a mi cuadrilla su apoyo, su colaboración, su entrega y su esfuerzo. Sin ellos, este sueño nunca podría haberse hecho realidad. Por último, dedicarle esta santería a mi padre, al que le doy las gracias por haberme inculcado desde pequeño el amor a Nuestra Madre y enseñarme cuanto sabía de este noble arte del santear. Ojalá, pueda recompensarle por todo ello ese glorioso primer domingo de mayo y que desde el Santuario del Cielo, pueda sentirse orgulloso de sus hijos.
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