Hace algunas semanas se anunciaba en los medios de comunicación locales que la nueva sede judicial de Lucena tendría su emplazamiento en lo que queda de la Huerta del Carmen.
Lucena tuvo un casco histórico digno de ese nombre: antes de la destrucción de su ayuntamiento del S. XVII (una obra de Andrés de Vandelvira) y donde sólo vemos una sombra de lo que fue tal edificio; antes de la destrucción de las «Carmelitas Descalzas», un magnífico convento junto a S. Mateo que iba desde la plaza Nueva hasta la plaza de Aguilar en cuyo solar se levantaron bloques de pisos; antes de la destrucción del convento de Santa Clara, del que hoy sólo se conserva el nombre, se levantan otros «magníficos» bloques de pisos o antes de la destrucción de parte de la muralla del Castillo de Lucena para construir el moderno edificio de «Telefónica» (hoy «Movistar»). Antes de estas destrucciones, sí podríamos hablar de casco histórico en Lucena.
Cuando ya no hubo edificio que destruir (en fin, San Mateo y el castillo parece ser que no eran «atractivos» para pisos, supongo) se construyó en el mismo centro de Lucena otra afrenta a nuestro patrimonio: el edificio que serviría como mercado de abastos y como sede de la extinta gerencia de Urbanismo cuyo catálogo de edificios lucentinos protegidos, por cierto, está hoy más mermado que ayer pero menos que mañana (sólo atisbé lo que puede quedar del patrimonio recogido en ese catálogo en mi artículo «La casa nº 13, 71C» publicado en este mismo medio en 2012). «La obra, por fin, estuvo concluida.»
Fruto de este desinterés por el patrimonio en general, de esta necesidad primero de destruir y, después, para construir no sé qué exactamente, nació lo que hoy se puede apreciar en el centro del erróneamente llamado casco histórico lucentino: la desaparición de uno de los centros patrimoniales más interesantes de la provincia. Ítem más, nuestra Plaza Nueva es un elenco de una dispar disposición de edificios donde la armonía en las alturas y fachadas desaparecieron hace tiempo y sólo se pueden encontrar en fotos antiguas porque hoy es imposible hallarlas. Por si esto no fuera ya suficiente, no quedó aquí la destrucción, no olviden el arrasamiento de la casa de los condes de Hust (actual biblioteca municipal) y la sede de Hacienda que fue casa de los marqueses de Campo de Aras, de ambas sólo nos quedan sus fachadas. Metáfora terrible: de este patrimonio sólo nos queda la fachada y de la misma manera que las medias verdades son las peores mentiras, las medias restauraciones son las peores restauraciones.
"Cuando la destrucción de tanto patrimonio fue (es) un hecho, gustamos de buscar viejas fotos, hacer cola para obtener láminas de «típicos rincones lucentinos» para enmarcarlos en nuestras casas"
Y cuando todo esto se consumó, cuando la destrucción de tanto patrimonio fue (es) un hecho, gustamos de buscar viejas fotos, hacer cola para obtener láminas de «típicos rincones lucentinos» para enmarcarlos en nuestras casas y recordar el patrimonio de Lucena, un patrimonio no perdido, sino destruido que es distinto.
Y tras tanta destrucción, y sólo en el «centro histórico», vemos con congoja que se quiere llenar de ladrillo y cemento lo que por más de tres siglos fuese una huerta conventual junto a la que fue su iglesia del S. XVII; se quiere colmatar de asfalto lo que puede ser un «pulmón verde» para una población ahíta de ellos, en fin, se pretende colocar «otro moderno edificio» donde debiera haber un magnífico parque (marco adecuado para quizás el último rincón histórico del centro de Lucena) pero, en vez de ello, será un parque para coches, es como si se buscase erradicar todo rastro de lo que fue la Huerta del Carmen para que sólo quede el nombre… eso sí, se podrán editar láminas para poder apreciar cómo era la huerta, la parroquia y la muralla, ¿tendremos que sumar a la lista antes dicha la destrucción del entorno de la parroquia del Carmen?
¿No hay espacio público en todo el término urbano de Lucena para poder colocar dicha sede? ¿Es necesario cometer, otra vez, el error de colocar un edificio del S. XXI junto a otro del S. XVII para terminar de descontextualizarlo? ¿No ha sido suficiente lo acaecido primero en la Plaza Nueva y, después, la aberración de colocar un edificio del S. XX entre un castillo medieval y la parroquia tardogótica de San Mateo, ambos por cierto, B.I.C.? ¿Cuántas más veces es necesario errar para saber que se está errando?
Se pretende repetir en la huerta del Carmen lo ya perpetrado «centro histórico». Construir una sede judicial, un edificio, por supuesto, «hijo de nuestro tiempo» en el que no faltará cemento, hierro y cristal; útil sin duda; accesible, por supuesto, (colocado en una zona alta de Lucena, cabe recordar la inversión que se va a tener que realizar para acondicionar la Calzada para que sea accesible), edificio que tendrá todas las prestaciones, qué duda cabe. En vez de construir en zona llana, nos empeñamos en hacerlo en zonas con desnivel para luego tener que hacerlas accesibles, claro.
"Se romperá, otra vez, un entorno que fue ya suficientemente castigado, situar un edificio del S. XXI junto a la iglesia del Carmen (S. XVII)"
Se romperá, otra vez, un entorno que fue ya suficientemente castigado, situar un edificio del S. XXI junto a la iglesia del Carmen (S. XVII). Con esta decisión se ahondará en el error, se descontextualizará otra vez nuestro patrimonio y se eliminará la posibilidad de contemplar una parte de Lucena, quizás la última, que puede aún denominarse histórica tal y como la vieron las pasadas generaciones lucentinas.
¿Tendremos que sumar a esta lista de destrucción de patrimonio el entorno de la parroquia del Carmen? ¿Habrá que añadir al nombre del paraje que surgirá tras colocar allí la nueva sede judicial, el apelativo de «antigua huerta del Carmen» porque sólo quedará el nombre? Si esto es así, habrá que indicar, por tanto, que otra corporación lucentina ha contribuido a eliminar una parte de nuestro patrimonio histórico. Otra más.
Y ante este despropósito, esgrimo cinco razones para que el conjunto (huerta, iglesia y muralla) sea protegido:
1ª) Colocar la sede judicial donde se quiere construir hará que tengamos más coches en el centro, precisamente cuando lo que estamos buscando es peatonalizar el casco urbano, ¿o no es esa la tendencia que buscamos para Lucena? ¿No se volverá un cuello de botella la estrecha carretera que irá desde la ronda nueva a la sede judicial?
2ª) Se conservará el entorno y podremos disfrutar de él. No será necesario tener fotografías antiguas colgadas en nuestras paredes para recordar cómo fue la Huerta del Carmen. Es nuestro patrimonio y nuestra es la obligación de conservarlo.
3ª) El patrimonio es, también, una fuente de ingresos, mermando el patrimonio se mermarán nuestras posibilidades para su aprovechamiento turístico y cultural
4ª) Se puede aprovechar el lugar como parque. Necesitamos árboles que cambien dióxido de carbono por oxígeno sin contar que necesitamos lugares con sombras, no estamos en Laponia, nos encontramos en una latitud donde los veranos serán cada vez más largos y calurosos. El cambio climático es un hecho y la actual sequía es manifestación de esto. Un político debe pensar en las siguientes generaciones y no sólo en las próximas elecciones. Los informes que indican la relación entre contaminación y las enfermedades cardiovasculares y respiratorias son contundentes.
"¿Hay opciones a este despropósito? Es decir, ¿puede haber opciones para colocar la sede judicial en otro lugar? Propongo algunas."
5ª) Como lugar de esparcimiento. Estamos en una sociedad donde el ocio es una necesidad y el número creciente de jubilados, por ejemplo, gracias al aumento de la esperanza de vida, nos lo agradecerá.
Y ante estas argumentaciones, ¿aporto opciones? ¿Hay opciones a este despropósito? Es decir, ¿puede haber opciones para colocar la sede judicial en otro lugar? Veamos:
a) Se puede habilitar un edificio ya construido que pueda «ser llenado» con tales instalaciones: como la bodega, precisamente «del Carmen» o «Víbora» junto al Paseo de Rojas.
b) También es posible utilizar suelo público, ahí tenemos la zona del «Zarpazo». Se aliviaría de coches el centro, se edificaría en un lugar llano sin necesidad de grandes acondicionamientos para la accesibilidad y dinamizaría aquella parte de Lucena descentralizando servicios.
Para llegar hasta nosotros este patrimonio ha recorrido siglos de vicisitudes (otros no han podido superar la avaricia del dinero), en estos templos, lucentinos han sido bautizados, lucentinos se casaron y a lucentinos sus familiares los despidieron fueron, seguramente habrá a quién esto no le importe. Este patrimonio no es nuestro, no nos pertenece, tenemos la suerte de disfrutarlo, hagamos que la siguiente generación pueda hacer lo mismo tal y como nosotros lo hemos hecho, ¿o será necesario que sólo puedan verlo en antiguas fotografías?
Los ciudadanos de Lucena no se merecen tales afrentas a su patrimonio o quizás sí, si no son capaces de quejarse, de pedir explicaciones o de defender lo que las generaciones anteriores nos legaron (y construyeron que no se nos olvide) porque las futuras nos lo demandarán, por supuesto. ¿Prefieren ver nuestro patrimonio histórico en láminas o disfrutarlo donde lo construyeron nuestros antepasados?
José Antonio Villalba Muñoz. Profesor de Geografía e Historia.