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MANUEL GONZÁLEZ
Ocho vacunas. Una decisión firme. Por instinto natural. El último 9 de noviembre el supertifón Haiyán hirió profundamente a Filipinas. Este huracán marítimo alcanzó los 370 kilómetros/hora y fue catalogado dos puntos por encima del nivel máximo. El conocimiento, a través de los medios de comunicación, de las informaciones procedentes del sudeste asiático y las previsiones que él mismo auguró encendieron en el lucentino Isidro Morales un rayo irrefrenable de solidaridad.
Ocho vacunas. Una decisión firme. Por instinto natural. El último 9 de noviembre el supertifón Haiyán hirió profundamente a Filipinas. Este huracán marítimo alcanzó los 370 kilómetros/hora y fue catalogado dos puntos por encima del nivel máximo. El conocimiento, a través de los medios de comunicación, de las informaciones procedentes del sudeste asiático y las previsiones que él mismo auguró encendieron en el lucentino Isidro Morales un rayo irrefrenable de solidaridad.
'Yo tenía claro que iba, no me daba miedo ninguno trabajar en el desastre, allí se sacan fuerzas de donde no las hay, lo coges todo, hasta que los médicos te lo impiden por el riesgo de infecciones', explica Isidro Morales, miembro de la oenegé Punto de Recogida en Lucena.
A su vuelta admite, con humildad y moderación, que, si hubiera podido, su estancia en el país filipino la habría alargado unos veinte días más. 'No me considero un héroe, es un comportamiento normal del ser humano', puntualiza.
El año pasado Isidro Morales se desplazó hasta Maruecos con el objetivo de acondicionar y llevar comida y elementos escolares a un colegio auspiciado por PDR. En mayo del 2011, también colaboró en Lorca para remediar los efectos del gravísimo terremoto que azotó esta ciudad murciana. Sin embargo, esta catástrofe ha sido la que más le ha impactado.
Destrucción es el término que más repite este cooperante lucentino. Madrid. Londres. Hong Kong. Manila. Tacloban. Zona cero. Diecisiete horas reales de vuelo y nueve más en el cómputo global, añadiendo las esperas en los aeropuertos. Cinco compontes de PDR dos de Montilla, uno de Córdoba, otro de Asturias y un lucentino- se embarcaron en una aventura para socorrer a otros seres humanos.
El programa Mano a Mano de Iberia les sufragó una parte de los respectivos billetes de avión. 'Cuando aterricé en Tacloban y me bajé, la realidad no tenía nada que ver con lo que se ofrecía en televisión. Me quedé sin palabras'. En el propio aeropuerto, una de las dos torres de control había volado y la que funcionaba había sufrido la rotura de todos los cristales. Casetas de hormigón derruidas y coches apilados completaban una escena que presagiaba el cataclismo.
Isidro Morales, junto a sus compañeros, se adentró en Tacoblan, el epicentro del supertifón, a 853 kilómetros de la capital Manila. Las imágenes que le sobrecogieron en un primer impacto nunca las olvidará: niños descalzos encima del agua, casas literalmente arrancadas del suelo, árboles de un metro de diámetro y dos y medio de altura desarraigados, tejados y surtidores despedazados, barcos encallados tierra adentro...
Por las calles de Tacloban deambulaban grupos de niños cuyos padres habían muerto a causa de Haiyán. Y, sin embargo, mantenían la sonrisa en sus rostros. 'Es su forma de ser y la tienen muy asimilada', asegura Isidro Morales, quien también recuerda a matrimonios sentados en las aceras sin saber adónde ir.
La expedición de PDR y un equipo de seis bomberos murcianos con un médico en sus filas- se coordinaron con el propósito de de diseñar el trabajo, analizar el agua y adaptar un local que sirviera de refugio a niños y en el que también se almacenó comida. De igual forma, reconstruyeron un centro de salud y repintaron sus camillas.
'Yo personalmente entregué comida y fue lo que más me gustó'. Isidro Morales cuenta que la cara de los taclobanes al recibir las donaciones era inefable. Asimismo, destaca como una experiencia inigualable el contacto con unos filipinos que mantuvieron el temple y la fuerza a pesar de la extraordinaria desgracia. 'No se lamentaban y en 15 días ya había algunas cabañas rehechas y la primera jornada en la que volvió a salir el sol ya estaban secando arroz y aventándolo'.
Isidro Morales cargó su mochila de caramelos y barritas energéticas de cacahuetes con miel para estimular y alegrar a los más pequeños. Igualmente, repartió muñecos y chocolatinas en un hospital. El pueblo filipino precisa urgentemente leche, fruta, alimentos no perecederos y ropa. Unas chanclas y un bañador son los únicos atuendos que visten la mayoría de estos ciudadanos asiáticos. Próximamente, Punto de Recogida completará un contenedor de 40 pies con 25.000 kilogramos de legumbres y todo aquello que se siga recolectando. Conjuntamente, también partirá hacia Filipinas la potabilizadora y las 5.000 pastillas subvencionadas por el Ayuntamiento de Lucena.
'El mayor problema aparecerá cuando se retiren todos' avisa Isidro Morales. A lo largo de los primeros días, los marines del Ejército de Estados Unidos, en cuyo campamento dormía la expedición de PDR, se sumó a los militares filipinos. Además, Isidro Morales contactó con voluntarios rusos, chinos, japoneses, ingleses, alemanes y españoles. 'La calle principal de Tacloban se ha limpiado y los coches ya circulan, pero la podredumbre provoca un caldo de cultivo perfecto para las infecciones y ahora es cuando hemos de proporcionarles más comida y medicamentos'.
Isidro Morales subraya que los alimentos que se mandan siempre llegan y niega cualquier duda sobre este asunto. 'Yo mismo repartí camiones repletos de víveres con el ejército filipino'. Los días en Tacloban comenzaban a las 06:00 horas y terminaban a las 20:00 horas cuando se decretaba el toque de queda. 'Desayunaba poco porque me daba apuro comer mucho puesto que hay que racionarlo todo'.
En las entrañas de Isidro Morales siempre permanecerán esos camiones amarillos que transportaban unos cadáveres que luego se enterraban en los bordes de las carreteras. 'Son exactamente iguales que nosotros, solo hemos de imaginar que nos pasa a nosotros, que nos quedamos sin colegio y no sabemos dónde están nuestros padres'.
Punto de Recogida. Los bomberos de Murcia y la Fundación ANPI. Un tridente filantrópico en la hecatombe. La Fundación ANPI esta focalizada en Filipinas y se responsabilizará de distribuir las remesas de PDR.
Seis días activos en el caos. Dos jornadas por el cielo. Y una frase grabada en el ideario de Isidro Morales. El bien amarga. 'Me choca que la gente aquí en España se queje por tonterías, no sabemos por qué nos lamentamos. Yo soy consciente de lo que bien que estamos en España y todavía le doy más valor cuando he visto aquello'. Los filipinos tratan con sencillez a los extranjeros que los socorren e incluso intentan compartir con ellos lo poco de lo que disponen. 'Allí nadie es más que nadie'. 2.275 fallecidos y casi 700.000 desplazados son las cifras que maneja la ONU a causa del supertifón Haiyán. Isidro Morales ondeó el nombre de Lucena en Filipinas. Consagró su cuerpo y su espíritu al motivo más loable y la razón última de su testimonio es evitar que los desvalidos filipinos se oculten en el olvido.
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