La mujer no puede ni debe acallar más su sufrimiento, por lo que debemos conceder un absoluto desprecio a los hombres que maltratan física y/o psicológicamente al género femenino.
Procedemos de una cultura que otorgó a los hombres mucho poder sobre el cuerpo y la mente de las mujeres. Sin embargo, con el paso de los años esa autoridad absoluta se ha ido suavizando, aunque, por desgracia, sigue existiendo el maltrato físico, psicológico o verbal en contra del género femenino.
El hecho que las mujeres hayan conseguido estudiar e independizarse económicamente ha sido un revulsivo muy importante ante los ojos de una sociedad que las consideraba ciudadanas de segunda. Pero no lancemos las campanas al vuelo, pues día a día vamos conociendo nuevos casos de violencia machista; por ejemplo, en este año 2014 llevamos 47 mujeres asesinadas (Nuria, María, Gregoria,etc) a manos de su pareja, algo que revela la ardua labor que aún queda por llevar a cabo en materia de violencia de género.
Otra forma de maltrato, muy en boga en la actualidad, es el acoso cibernético. Este tipo de hostigamiento afecta, en su mayoría, a las chicas jóvenes, para las que supone un machacamiento recibir mensajes (ya sea por correo electrónico, teléfono o redes sociales) que consiguen cambiar la vida de muchas de ellas sin tan siquiera saber la identidad de quien las acosa.
Frente a estas situaciones, la mujer, bien por miedo o por vergüenza, no llega a denunciar y las que lo hacen, en un 50% de los casos acaban retirando esa acusación. Por tanto, la denuncia es fundamental y prioritaria para la erradicación de esta lacra en nuestra sociedad. El estar bien asesoradas va a condicionar que esa querella obtenga el fin deseado e, igualmente, el que jueces, abogados, fiscales y Fuerzas del Orden estén educados e instruídos para la defensa de estos casos es primordial. Todo es una cadena cuyo único objetivo debe de ser la protección de las mujeres maltratadas.
Como cada año, seguiremos celebrando el día contra el maltrato, iremos a actos en cada pueblo o ciudad que reivindicarán la no violencia, leeremos manifiestos para recordar a aquellas mujeres que murieron a manos de hombres indeseables y machistas que las consideraban como algo de su propiedad
¡Todo eso es importante, claro que sí! Pero no olvidemos lo esencial: apelar a la educación. Educar es fundamental en la vida de una persona, tanto para su desarrollo tanto personal como afectivo. Si esto viene unido al valor de concienciación, pues mejor que mejor.
Ninguna mujer merece ser humillada, vejada o denigrada por ningún hombre. Nuestra sociedad es la encargada de hacer desaparecer este mal endémico y, poco a poco, debemos generar conciencia y erradicar dicha violencia tanto de mujeres como de niñas.
Por ello, como mujer espero que en algún momento de nuestra historia dejemos de celebrar el Día Internacional contra la Violencia de Género.
ARACELI MORENO LÓPEZ