En nuestra serie de entrevistas en la semana del 25N Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer abordamos hoy este problema desde el ámbito policial. Si el pasado año hablábamos con el responsable de la UFAM de la Comisaría de Policía Nacional de Lucena, en esta ocasión lo hacemos con Manuela Luna, Policía Local adscrita al Sistema VIOGEN, un servicio puesto en marcha desde el Ayuntamiento hace tres años y que a partir del próximo año crecerá en cuanto a efectivos debido al incremento del número de casos atendidos.
-¿Tienen una formación específica o especializada los agentes que se ocupan de este servicio ¿Cuántos forman parte del mismo?
- Además de nuestra formación como agentes de policía local, realizamos un curso específico de violencia de género en diferentes ámbitos, y también un curso especializado que imparte la Policía Nacional. A día de hoy, solo estamos adscritas a VIOGEN dos agentes de la Policía Local, Cristina y yo, pero a partir de enero se va a ampliar a cinco, puesto que el número de víctimas está aumentando considerablemente y asumiremos la protección de un mayor número de mujeres, apoyando así a la Policía Nacional.
-¿Cómo se actúa con una mujer que se enfrenta al difícil trance de denunciar que sufre violencia de género?
Hay dos vertientes. Si tenemos conocimiento del caso a través de un aviso de que se está produciendo una agresión, por ejemplo en el domicilio de la propia mujer, se persona una pareja de policía, intentamos separar a la víctima. Un agente va a tratarla a ella y otro habla con el agresor. Después valoramos lo que sucede en el entorno, si hay menores, si hay lesiones, si hay objetos rotos... Intentamos calmarla, que confíe en nosotros. Tenemos que tener la empatía suficiente para obtener la información de todo lo que ha sucedido. Finalmente la acompañamos a la Comisaría para que denunice los hechos.
Luego está la vía en la que ellas mismas se personan en Comisaría para presentar denuncia. En ese caso son los compañeros de la Policía Nacional los que valoran si se practica detención o no y realizan una valoración del nivel de riesgo existente. Muchos de esos casos son derivados posteriormente a nuestro equipo para su seguimiento y protección en los meses siguientes.
- ¿Cómo es la relación entre una agente protectora y una víctima de violencia de género?
Cuando nos llega la víctima tras el paso por la Comisaría de Policía Nacional realizamos entrevistas personales. A través de estas intentamos saber todo lo que le sucede a esa mujer. Cómo ha denunciado, porqué, cuántas veces ha vivido situaciones de violencia. La empatía, la cercanía, es fundamental. Ellas tienen que aprender a confiar en nosotras, porque tienen que llamarnos si sucede algo, si algo va mal. Tienen que vernos como a alguien cercano, no solo como policías. Como agentes protectores les comunicamos todo tipo de información, ayudas a las que pueden acceder, las acompañamos al juzgado, les facilitamos muchas cosas. Ellas tienen que ver la cercanía que nosotros les ofrecemos y asumir que nos deben mantener permanentemente informadas para que podamos protegerlas mejor.
- A nivel de concienciación, ahora las campañas parecen más enfocadas en el entorno de la víctima. ¿Eso ha hecho que aumente el número de casos detectados tras avisos de terceros?
La pregunta es muy acertada. Estamos intentando que las víctimas sean conscientes de que tienen un problema. Sin la ayuda de los vecinos o familiares no podemos saber lo que sucede en el interior de un domicilio. Muchas víctimas no se dan cuentan de que tienen un grave problema, no son plenamente conscientes del maltrato que sufren. Son insultos o manipulaciones que no identifican como un riesgo. Por eso es muy importante que las personas de su entorno colaboren y denuncien ese tipo de situaciones. Es verdad que a raíz de estas campañas está aumentando el número de casos conocidos en los que intervenimos en defensa de la víctima.
Sin la ayuda de los vecinos o familiares no podemos saber lo que sucede en el interior de un domicilio. Muchas víctimas no se dan cuentan de que tienen un grave problema, no son plenamente conscientes del maltrato que sufren.
-¿En qué consiste el protocolo CERO?
Hay veces en las que la propia víctima no quiere denunciar pese a producirse reiterados episodios de violencia. Las razones son variadas, pero muchas veces responden al propio trauma de la agresión, a la vergüenza, a causas económicas, a la creencia de que se protege a los hijos o a la confianza en la propia relación amorosa. Entonces se activa el Protocolo Cero.
Nosotros intentamos informar a la víctima de que está sufriendo violencia, de que tiene que denunciar. Le dejamos unos documentos de información, y ponemos en marcha esa intervención sin la denuncia de la víctima a partir del conocimiento de los hechos constatados que estamos investigando y de las aportaciones de la propia mujer, pero también de familiares, vecinos, amigos que pueden ser conocedores de la existencia de malos tratos. Digamos como que es un pre comienzo a la denuncia.
-¿Por qué cada vez son más los casos de violencia entre jóvenes? ¿Influye en ello el aumento del uso de las nuevas tecnologías?
Es verdad que entre los jóvenes existe más conciencia de lo que es un episodio de violencia. Siempre llega el amigo, la prima que relata una situación de maltrato. En la mayoría de los casos son situaciones de violencia psicológica, de manipulación de móviles, de imposiciones sobre la forma de vestir o relacionarse con amigos o amigas. Algunas chicas están entendiendo esos micromachismos como algo normal dentro de la relación de pareja. Muchas veces, entienden las relaciones de pareja a través de la pornografía y esto distorsiona dónde está la línea que separa una relación normal de un abuso o incluso una agresión sexual. Porque si esa persona no da consentimiento a una relación, en ese momento se está produciendo una agresión sexual.
A través de la colaboración del Centro de la Mujer estamos impartiendo cursos de violencia de género para adolescentes para acabar con esta situación. Aunque colaboran mucho y realizan muchas preguntas, es verdad que queda mucho camino por recorrer.
Algunos jóvenes entienden las relaciones de pareja a través de la pornografía y esto distorsiona dónde está la línea que separa una relación normal de un abuso o incluso una agresión sexual.
- Hay un perfil del hombre que maltrata ¿Ha habido algún cambio en este sentido?
Digamos que el agresor está mutando. Junto a la violencia física, ahora encontramos también muchos casos de violencia psicológica. Es verdad que puede ser cualquier tipo de persona, desde un obrero a un arquitecto, pero sí es verdad que tiene rasgos comunes. Bajo mi punto de vista, suelen ser personas con baja autoestima, muy controladores. Son personas que en la calle suelen ser muy agradables, pero en su casa suelen machacar a la familia. Tienen que tener el control de todo y en todo momento en el domicilio, también desde el punto de vista económico. Intentan que las mujeres no trabajen y es otra forma de violencia, en este caso intentando que estén supeditadas a él desde un punto de vista económico.
Ahora en Lucena hay unas 140 víctimas en el sistema VIOGEN. Es un número que va aumentando, pero sigue siendo solo una parte del problema.
-En el caso de Lucena, ¿cómo está la situación en comparación con otros años?
Ahora en Lucena hay unas 140 víctimas en el sistema VIOGEN. Es un número que va aumentando, pero sigue siendo solo una parte del problema. Aunque va creciendo, solo denuncian una parte de las víctimas, otras no lo hacen. Tienen que ser conscientes de que la administración dispone de los medios para que ellas estén seguras.
-Un tema que siempre sale a la palestra por parte de un sector concreto de la sociedad es el de las denuncias falsas.
Yo no considero que haya denuncias falsas. Una denuncia es poner en conocimiento de la autoridad competente una situación determinada. A veces los hechos que se denuncian no están tipificados en el Código Penal y no son sancionables, pero eso no quiere decir que no se haya producido una vejación, una manipulación, unos insultos que deben ser investigados.