Está demostrado científicamente que unos suelos vivos, ricos en carbono y microorganismos, mejoran el crecimiento de las plantas. Para ello es necesario el aporte de la descomposición de restos vegetales, la formación del humus o “mantillo”. Este tipo de suelo, a su vez, retiene hasta diez veces más agua que un suelo desnudo, algo fundamental ante la escasez de agua que padecemos. (1)
Sé esta produciendo una revolución en los campos de cultivo aplicando métodos de "agricultura regenerativa", que aprovecha la cubierta vegetal natural y el mantillo que se va acumulando sobre el terreno, con resultados realmente sorprendentes. (2)
¿Pero qué pasa con las ciudades? Vemos que cuando caen las hojas de los árboles sobre los parterres de nuestros jardines públicos nuestros jardineros municipales se afanan en retirarlas, privando a las plantas de los beneficios antes señalados. Cualquiera, no hace falta ser un experto, puede ver que este es un modelo de jardinería equivocado, ya que se destina el trabajo y esfuerzo de estos trabajadores a una tarea que repercute negativamente en el mantenimiento de la humedad en parques y jardines, y que retira de esos suelos nutrientes naturales. La alternativa sería hacer lo contrario, enriquecer aún más esos terrenos con restos de poda triturada, en vez de depositarla en los vertederos, y abonos orgánicos, para un mejor crecimiento de las plantas y retención de la humedad, y a la vez disponer de una zona de compostaje para optimizar esos recursos que ofrecen nuestras zonas verdes.