Los acontecimientos se suceden de forma «endiablada». Si hace tres días se nos despachaba con los acuerdos PSOE-JUNTS y hace dos con los firmados con el PNV, entremedias ministros del Gobierno y miembros cualificados del PSOE nos han afirmado que lo que pone en los acuerdos no es lo que pone en los acuerdos. ¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?
Para rizar aún más el tirabuzón que ya poco rizo más admite, anteayer mismo se ponía altavoz al valor del bloque transversal alcanzado al agrupar a partidos de tan distinta ideología en apoyo de un gobierno. Ayer apareció editorializado en EL PAÍS.
Analicemos someramente ese encumbrado mérito.
Principios irrenunciables de la izquierda son, entre otros, el internacionalismo, el igualitarismo, la no discriminación, la solidaridad, el pacifismo, el socialismo, el feminismo, el laicismo, el antirracismo y la defensa de los trabajadores.
Pues me surgen dudas.
¿Qué hay de internacionalismo en pactar con partidos como ERC, JUNTS, EH-BILDU y BNG, abiertamente secesionistas y provincianos? ¿Qué en la pretensión de reconocer como nación a determinadas comunidades autónomas?
¿Qué hay de igualitarismo en ceder a Cataluña y al País Vasco competencias sobre Seguridad Social que deberían estar reservadas al Estado, o en perdonar deuda a Cataluña en la escala que se ha hecho; ambas cuestiones en detrimento y perjuicio de otras comunidades autónomas?
¿Qué tipo de imparcialidad igualitaria es la de tratar a unos ciudadanos de forma preferencial ante la ley por el mero de hecho de ser independentistas? ¿Dónde queda la lucha social contra la impunidad?
¿Qué igualdad ante la ley conlleva que se haya otorgado al PNV una «cláusula foral previa», mediante la que se le concede el derecho a decidir si se aplican o no leyes españolas en Euskadi, a elección del propio PNV?
¿Qué hay de pacifismo en apoyar una amnistía para quienes fueron condenados por actos violentos y otros acusados de terrorismo en Cataluña? ¿Y la de pactar con un partido como EH-BILDU que lleva a terroristas condenados en sus listas, homenajea públicamente a etarras, y cuyo líder cumplió condena por secuestro y enaltecimiento del terrorismo?
¿Qué hay de socialista en pactar privilegios con la burguesía catalana más rancia representada por JUNTS, y con el PNV con su «Dios y leyes viejas»? ¿Dónde el laicismo en esto último?
¿Dónde el laicismo también y sobre todo dónde el feminismo en el apoyo que partidos de ese pacto hacen a un régimen nada democrático —por definición propia— como es el de Irán, que niega derechos fundamentales a toda mujer por el mero hecho de serlo, o la somete a esclavitud de su marido; dónde la sacrosanta perspectiva de género en esto?
¿Qué hay de socialista e igualdad social en que Cataluña vaya a gestionar el 100% de sus tributos, rompiendo con ello la solidaridad interregional? ¿Dónde queda que los más pudientes ayuden a los más necesitados?
¿Qué hay de antirracismo en acordar con la derecha clasista de JUNTS y PNV cualquier cosa que no sea, primero, la renuncia a la segregación de quienes se consideran españoles?
¿Cuál es la defensa de los trabajadores del ámbito de la Justicia ante las continuas acusaciones de prevaricación? ¿Y del colectivo ferroviario por la cesión hecha a la Generalidad del servicio de cercanías?
¿Cómo se armoniza la defensa de los principios democráticos con el atentado que estos acuerdos acometen contra la separación de poderes?, porque establecen el control del poder judicial por parte del Parlamento, cuando en una democracia es aquél quien controla que los poderes legislativo y ejecutivo se atengan al marco legal, y no al revés.
¿Dónde queda el principio democrático del imperio de la ley si se pretenden crear «Tribunales Populares» en cuyo seno políticos puedan enjuiciar a jueces y fiscales?
¿Qué hay de honestidad y coherencia, principios estos de categoría humana, en apoyar la impunidad de malversadores de caudales públicos, acusados por corrupción, y nombrar presidente del Gobierno a una persona que miente continua y abiertamente al pueblo?
No sólo no les avergüenza este acuerdo que es mucho más vertical y tiránico que transversal, sino que promueven y se vanaglorian de la contravención de sus propios principios.
¿Ustedes están sanos?
Dirán que ya lo dijo Marx, Groucho: «Estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros».