No ha empezado bien la Feria de la Primavera de Lucena. A las cuatro de la tarde llegaban las primeras noticias del paso de Lucena al Nivel 4.1 de alerta y se caían, de golpe, dos horas y media sobre el horario de apertura inicialmente previsto, al menos durante una semana, al ser de obligado cumplimiento el cierre de toda actividad no esencial a las 20:00 horas.
Un poco después, a las 17:00 horas, momento previsto para su apertura con la celebración del Día del Niño, seguía lloviendo sobre Lucena como lo ha venido haciendo durante toda la jornada. Pero de haber contado con un sol radiante la feria tampoco podría haber iniciado su actividad, ya que a esa hora las atracciones no contaban con suministro eléctrico y los empresarios feriantes seguían sin poder, siquiera, probar el funcionamiento de sus atracciones.
En torno a las 20:00 horas ya no llovía y algunos niños empezaban a acercarse con sus padres al recinto con curiosidad, pero la feria seguía sin luces ni brillo. Un equipo de una filial de Endesa y técnicos municipales trabajaban para accionar la iluminación del recinto ferial entre la indignación de los titulares de los puestos y atracciones instalados en el ferial, que observaban a cierta distancia la evolución de las tareas de los electricistas.
Ha habido que esperar hasta pasadas las nueve de la noche para que las primeras bombillas se encendiesen. Muchos feriantes ya habían abandonado el recinto resignados a aplazar hasta mañana el esperado estreno de esta ilusionaste vuelta a la actividad tras más de 18 meses en el dique seco. Sin embargo algunos no han querido perder la oportunidad para arrancar esta nueva etapa.
Las primeras músicas estridentes de esta Feria de la Primavera –la primera de la provincia desde la declaración del Estado de Alarma por la pandemia de coronavirus– ya han sonado y algunos niños y niñas, los que han aguantado pese a que todo estaba en contra, ya han tenido la oportunidad de reencontrarse con el Tren de la Bruja y algún tiovivo.
Tenemos todavía 19 días por delante para celebrar que la "nueva normalidad" también ha llegado para los sufridos feriantes de Lucena, tras una larguísima e insoportable travesía del desierto, con sus "cacharros" encerrados en sus naves y sin poder ganarse la vida como les gusta y llevan haciendo toda la vida, llevando alegría de pueblo en pueblo.