La imagen amable de la jornada nos la deja esta cigüeña blanca, que esta tarde, durante un buen rato, ha decidido posarse en la cruz que remata la veleta de forja con la que se corona la torre-campanario de la iglesia de Santiago Apostol.
Pocas aves resultan tan familiares como la cigüeña y pocas están tan arraigadas en las tradiciones como esta enorme zancuda. Esta especie hubo de soportar durante el pasado siglo una serie de drásticos cambios en los paisajes y los usos rurales que la llevaron a desaparecer en muchas regiones y de los que hoy día se recupera, por lo que su imagen sobre un campanario ha vuelto a hacerle habitual en muchas zonas.
Quién sabe si volverá, y, más aún, si lo hará en compañía de pareja para criar en algún punto del entramado urbano lucentino. Hoy nos quedamos con su imagen en lo más alto de Santiago para cerrar esta intensa jornada informativa.