El próximo 31 de agosto concluirán los trabajos de la actual campaña de investigación en el yacimiento arqueológico de la Cueva del Ángel. Más de 70 investigadores procedentes de España, Gran Bretaña, Francia, Italia o Estados Unidos habrán pasado por los laboratorios instalados de forma provisional en el complejo educativo municipal de Los Santos. Este año no hay excavación, aunque así debía ser, a tenor del proyecto para seis años aprobado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que prescribía la realización de excavaciones en los años impares y el estudio y catalogación de materiales en los pares.
Según explica Cecilio Barroso, director de la excavación, "la Junta ha exigido el depósito en el Museo Arqueológico Provincial de todos los materiales encontrados en las tres campañas de excavación realizadas hasta ahora" –más de 20.000 piezas de industria lítica o restos óseos humanos o animales entre otros elementos fósiles– por lo que buena parte del trabajo de esta campaña está consistiendo en la preparación de dichos materiales, que deberán ser entregados en septiembre".
La idea no ha gustado a los responsables del proyecto que, de una parte, contemplan con preocupación que el fruto de las sucesivas campañas viaje a la capital y pueda quedarse allí para siempre, y de otra consideran que la Cueva del Ángel no es una excavación al uso, sino un proyecto de investigación vivo "y si no hay piezas en los laboratorios no hay nada que investigar"
Sin embargo, la exigencia de la Junta no deja lugar a dudas, y cualquier trabajo futuro pasa por el depósito del material extraído hasta ahora para su control, algo que en Lucena consideran que podría hacerse de forma aleatoria, solicitando lotes al azar sin necesidad de trasladar todo lo existente.
Así, mientras los voluntarios, estudiantes de historia o arqueología en distintas universidades españolas o europeas, repasan bolsas y cajas de material, especialistas internacionales en distintas areas prosiguen el estudio e investigación, extraen de la brecha fosilizada de anteriores campañas los fragmentos como los que componen la espectacular mandíbula de un rinoceronte paleolítico o buscan con la ayuda del microscopio diminutas piezas dentales o semillas entre el "revuelto" de tierras de la cueva. Fruto de esta actividad se ha detectado la presencia de hasta quince semillas de distintas especiales vegetales, como la aceituna o el trigo, susceptibles de ser utilizadas como alimento, lo que, según Barroso, podría determinar una valiosísima información sobre la alimentación de estas poblaciones de preneanderthales de la sierra lucentina e, incluso, nos situaría ante las pruebas más antiguas conocidas del acercamiento del hombre prehistórico a la agricultura.
Otra vía abierta es el estudio genético de los más de 1.500 restos humanos inicialmente hallados hace dos años en las capas más superficiales de la sima interior, datados entre 5.500 y 3.500 años –entre el Neolítico y el Calcolítico–. Tres molares han sido remitidos a la universidad de Harvard, en cuyos laboratorios se ha logrado detectar secuencias de ADN en uno ellos. Si las pruebas de datación confirman la antigüedad de las piezas dentales, el ADN encontrado podría ofrecer abundantes datos sobre aspectos como el color de la piel o el pelo de estas poblaciones o las enfermedades que padecieron. En el proyecto participan junto a la Fundación Cueva del Ángel y la mencionada universidad americana, los departamentos de genética de las universidades de Málaga y Barcelona o la Fundación Biomédica Reina Sofía.
Hechos como estos siguen revelando la "importancia capital" de este yacimiento, que para Barroso es "uno de los más importantes del mundo en su género", hecho que ya avalan las piezas encontradas y conocimientos aportados "y que ratificará en breve el hallazgo de unos restos de neanderthales que sabemos que están ahí". Señala el investigador que "mientras que en Atapuerca se está investigando esta etapa de la historia desde el punto de vista de los muertos, en Lucena podemos hacerlo tanto desde el hábitat natural en el que se desarrolló la vida de estos primeros homínidos, representado por la cueva exterior, con un hogar para el fuego con más de 2,5 metros de potencia, único en el mundo, y un espacio en el que despiezaban y comían los animales que cazaban, fabricaban sus instrumentos y armas o curtían pieles y realizaban sus vestidos; como desde el de los que iban muriendo, en la covacha lateral o el interior de la sima".
POCOS MEDIOS
Sin embargo, el proyecto no ha cesado de encontrar obstáculos. A las restricciones para excavar se suman unos exiguos medios económicos –15.000 euros que aporta el Ayuntamiento de Lucena– que se utilizan únicamente para la compra de lo necesario para la investigación, ya que ninguno de los investigadores cobra un solo euro por su trabajo.
Otro problema de cara al próximo puede venir provocado por la decisión de la Junta de prohibir los trabajos bajo la estructura metálica colocada hace más de una década para proteger el yacimiento exterior. Según Barroso, una inspección ha determinado que no es posible trabajar bajo esas chapas debido a las altas temperaturas que existen en el interior –las campañas se realizan siempre durante los meses estivales–. La Junta de Andalucía considera necesario eliminar esa cubierta y sustituirla por otra de mayor altura, construida con otros materiales, con posibilidad de aireación, que permita trabajar con temperaturas menos nocivas para la salud de los investigadores. "El problema es, como siempre, el dinero, ya que esta estructura podría suponer una inversión de hasta 400.000 euros", señala Barroso, que apunta que el ayuntamiento ha planteado la posibilidad de que su construcción puede ser ejecutada con un coste inferior para las arcas municipales por la próxima Escuela Taller –la actual finaliza este mes–.
Por todo ello, el consistorio ha cursado invitación a la nueva Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Rosa Aguilar, para que visite el yacimiento y conozca de primera mano su potencialidad y necesidades e intente dar un nuevo curso a las –por momentos– tormentosas relaciones entre el equipo de investigación que dirige Barroso y la administración autonómica.