Como lo oyen, o mejor dicho, como lo leen, el caso es que tanto Rajoy como Puigdemont han instalado a los ciudadanos en un estado de indiferencia o duda permanente, en lo que respecta al tan careado referéndum que presuntamente deberá celebrarse el 1º de octubre del presente año, si bien, nadie conoce como se las arreglará el presidente catalán para gestionar la problemática adquisición y pago de las urnas, donde ponerlas y en que lugar se ubicarán los colegios electorales.
En otro sentido y por parte del Gobierno de Rajoy, también se ignora como piensa impedir la celebración de la ilegal consulta. ¿Inhabilitando al presidente convocante? ¿Aplicando el artículo 155 de la Constitución? Pura y dura incógnita. Las fechas corren pero nadie quiere mojarse…
Es cierto que la vicepresidenta del Gobierno fracasó en sus gestiones, pero tampoco el vicepresidente Junqueras está por la labor de adelantar unas elecciones que pudiesen sustituir a la consulta. Lo que si parece vislumbrarse es que suceda lo que suceda, en ningún caso habrá un claro ganador.
Si el Gobierno cede, corre el peligro de que se sumen otras comunidades al independentismo comenzando por el país Vasco, y como consecuencia la desmembración de la unidad de España.
Los silencios, ausencia de decisiones y sucesivos aplazamientos gubernamentales, han provocado la problemática situación en que nos encontramos, apelando al estúpido tópico de que "el tiempo lo soluciona todo". Cuando un partido tiene tanto que ocultar, léase el PP, con independencia de lo que escondan los restantes, por culpa de la maldita corrupción y sus consentidores, su capacidad de decisión queda mermada hasta poner en peligro el futuro de España. Rajoy no puede ni debe continuar eludiendo algo que solamente a él le corresponde y no agotar las fechas esperando que ocurra un milagro consistente en que todos los secesionistas desistan de acudir a votar y continuar formando parte de España a cambio de algo que tampoco nadie conoce….¡¡Tiempo al tiempo!!